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“HERETIC” (EE.UU., 2024), de Scott Beck y Bryan Woods

salva-robles


 

Es una película de género y, como todas las películas de este tipo, tiene “HERETIC” sus rincones conocidos y sus etiquetas acreditadas. En el cine de terror (en este caso se disfraza la película de thriller psicológico) ya está todo contado (¿y no pasa lo mismo en cualquier otro género?) y cuando se estrena una nueva obra ya casi nadie se entusiasma y casi que todos decimos: bueno, otra más, paso (imagino que no ocurre con los fanáticos del género, obviamente).

Con esta me llamó la atención una cosa: la protagoniza Hugh Grant, un tipo que me cae genial siempre sin ser un actor con cuyos trabajos yo disfrute (aunque lo he visto en películas que me gustan mucho) y me sorprendió conocer que se había metido en un proyecto de este calibre. Nunca habría apostado ni un céntimo por él en una película como esta. Y, oigan, la película es él y es de él: no sólo llena la pantalla, es que sin su presencia esto sería un enorme bluf y no, no lo es: es una película bastante decente, sobre todo porque él logra hacerla divertida, muy divertida y entretenida. Y, por favor, véanla en versión original para disfrutar de la voz inmensa y espectacular de un Hugh Grant que está mejor que nunca (de hecho, hasta han desaparecido CASI todos sus tics tan conocidos). Qué voz y qué presencia nos regala en esta ocasión.

Hay que verla como una parodia. Parodia de muchas cosas pues el guion juega todo el rato consigo mismo, con los espectadores y con los estereotipos (en este caso, religiosos). Un guion que logra tenernos alerta todo el rato y que bucea en variadas provocaciones que, como caricatura, están muy bien. Su discurso (para mí inesperado) sobre la religión (por muy superficial que sea en algunos momentos) cala, aunque no sea todo lo inteligente que pretendía ser. Para muestra: la primera secuencia de la película con las dos chicas mormonas dialogando sobre condones y porno es toda una declaración de intenciones jocosas. También el diálogo teológico de las chicas con el señor al poco de entrar ellas en la casa de él se va convirtiendo poco a poco en una discusión tensa que engancha sobremanera e intriga y emociona son sorna y dobleces.

Y luego está el espacio en el que transcurre el 95% de la película: la casa de ese “anciano” tan benigno e intelectual. Que todo transcurra en ese laberinto casero (gran dirección artística, por cierto), logra que la sensación de temor y claustrofobia crezca en las retinas del espectador. Y consigue que la puesta en escena sea como la de cualquier libreto teatral: la película no elude esta condición, pero le da también mucha fuerza dramática y altas dosis de tensión (tensión siempre cómica, por supuesto, y si no pensemos en lo del olor a pastel de arándanos o en comparar algunas religiones mundiales con el juego del Monopoly). La historia se estanca, por repetitiva, en la segunda parte cuando el espacio de la casa pasa a ser el sótano y sus recovecos. Así que, es verdad, la película es mejor en su primera mitad y algo más aburrida en la segunda. No obstante, como ya he dicho, se pasan casi dos horas de buen entretenimiento.

Si Hugh Grant está enorme como villano delirante y enloquecido, las dos jóvenes actrices que lo acompañan todo el rato están también a la altura y nos regalan interpretaciones modélicas y muy psicológicas. Da gusto contemplarlos a los tres en la pantalla.

Lo dicho: esto es cine de puro entretenimiento con una interpretación protagónica inolvidable (no se lo van a dar y lo mismo ni siquiera lo nominan, pero si a los académicos se les ocurriera darle el oscar a Hugh Grant, no estaríamos hablando de decisión descabellada y si no piensen en la Kathy Bates de “MISERY”).

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