
Es brutal esta película. Brutal en lo que cuenta, en cómo lo cuenta y en resultados cinematográficos excelentes. Una película inmensa en significados y valiente en la denuncia que hace. Una obra que pasa sin pena ni gloria por las carteleras del mundo, que no gana premios ni siquiera nominaciones. Y la ves y dices: qué cerca de la obra maestra, qué buena es y qué injustos somos los espectadores, las productoras o el mercado del cine.
Gracias FILMIN por permitir que pueda acercarme a obras como esta. La termino de ver y aplaudo a la pantalla. Mientras la veo, asisto anonadado y gozoso a lo que las imágenes me regalan: un escalofriante alegato disfrazado de western clásico. Pero cuidado con esta última afirmación mía: hay dentro un trabajo de un director que se atreve con formas y estilo diferentes jugando con el género clásico. Y el resultado final es algo que juega, vale sí, con un género reconocido, pero le añade una atmósfera sucia y extraña, además de una denuncia muy pertinente (y más ahora con el “señor” Trump expulsando a diestro y siniestro y amenazando al mundo entero).
Hay contundencia en la forma planificada por su director, sin embargo y al mismo tiempo, nos encontramos con una cámara que se agarra a las sutilezas y se convierte en una voz (la propia del cineasta) que, además de valiente, reutiliza el término “parábola” para convertirlo en una película sin discurso ni imposturas sobrantes o banales. Sí hay energía y mucha firmeza en la exposición de los hechos y situaciones, y el director nunca se sujeta o reprime en la ferocidad de su denuncia, tan pertinente como más necesaria que nunca.
El guion es modélico. Juega a insinuar más que a mostrar con una elegancia inusual en un director primerizo. Así la trama observa el interior de los hechos y nunca esa carcasa que aparecería en un mal libro de Historia. Y se ramifica ese guion en una mixtura de géneros que todavía lo enriquecen más. La cámara que refleja ese guion parece subida al hombro de un director nihilista y las escenas se suceden en un in crescendo tirante y amenazador (de esto tienen mucha culpa unos personajes que son cada vez más ignominiosos conforme avanzan los minutos). Lo que acaba sucediendo es una película que rebosa talento, que emana acusación pertinente y que susurra (a gritos) verdades dolorosas que no deberían silenciarse.
Y luego está su envoltorio, su diseño de producción: una fotografía espléndida, un montaje categórico y resolutivo, una puesta en escena escalofriante y siempre poderosa. Y, por si fuera poco, un grupo de actores maravilloso (muchos de ellos dan un miedo espantoso e inenarrable, así que mejor no imaginemos cómo fueron en la vida real esos personajes que interpretan: cínicos segregacionistas sugestionados por la supuesta superioridad de su linaje o ascendencia).
En resumen: grandiosa película que no deberían perderse. Su mensaje es tan pertinente y contemporáneo, como instructivo. Y, por supuesto, NECESARIO. Algunos hacen películas para abrirnos los ojos: escuchémosles y prestémosles la atención que merecen. El mundo necesita hoy más que nunca voces valientes.
Commentaires