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“LOS DESTELLOS” (España, 2024), de Pilar Palomero

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Me resulta curioso que las dos mejores películas españolas de 2024 tengan como trasfondo un tema común: la ternura y la empatía hacia una persona moribunda. Aunque la de Pedro Almodóvar lo haga desde una estética muy particular y ya reconocida por todo el mundo, ambas películas se centran, con estilos y perspectivas diferentes, en ahondar en dicha situación de una manera conmovedora, construyéndonos ambas un penetrante monumento sobre la hermosura del duelo. Dos películas que vomitan una madurez exquisita y una envolvente elegancia que jamás se recrea en el exhibicionismo.

Pero centrémonos en “LOS DESTELLOS”, tercera película de Pilar Palomero y, para mí, la mejor de todas ellas y eso que las dos anteriores me gustaron también muchísimo. Hay en este tercer parto de la directora una demostración de extraordinario crecimiento artístico y nos regala una película vaporosa, casi tenue, que se desliza ante nuestras retinas buceando desde la imparcialidad hasta conectar con las emociones más profundas del espectador (o al menos de este público que yo soy: la he terminado conmovido y absolutamente agradecido). Es una película repleta de meditaciones que estallan justo en el mismo centro de lo que acontece en cada situación de este trance que supone atender a alguien que se muere despacio, pero inexorablemente. Y el resultado es, por paradójico que parezca, una obra rebosante de vida pese a tratar como centro la muerte de una persona.

Es "LOS DESTELLOS" una película que parece que acaricia apaciblemente al espectador gracias a una puesta en escena ligera y tan sencilla como limpia. No hay efectos (ni sonoros ni especiales) que entorpezcan su discurrir hacia la fragilidad de las cosas corrientes que suceden cuando la vida de los que respiran contempla cómo dejan de respirar otros seres humanos a los que queremos o quisimos en el pasado. Es, sí y qué maravilla esto, una obra de una madurez elegante y delicada en su minimalismo. Un minimalismo que, sin embargo, logra una máxima expresión con medios imperceptibles o exiguos. Y, poco a poco, vamos percibiendo, sin alaracas o trucos falsos ni manipulaciones de ningún tipo, la hondura de una historia atenta (muy atenta) a nuestras vulnerabilidades.

Y es muy estimulante percibir también cómo el grupo de actores ha entendido a la perfección las intenciones de una directora empeñada en mostrar la sutileza que supone desnudarse desde la ternura cuando esta se siente desde la entrega sin condiciones. O cómo han entendido también una estética actoral en la que la delicadeza de los gestos simples y más pequeños se interpretan desde la naturalidad de las miradas o los silencios o hasta en la manera de colocar el cuerpo cuando te dejas caer en un sillón. Menudo grupo de actores: dos monstruos (Patricia López Arnáiz y Antonio de la Torre) y dos actores emergentes o menos conocidos (Marina Guerola y Julián López). Los cuatro están de premios múltiples.  

No hay lágrimas en la película. Porque hasta estas han decidido recatarse pudorosamente para no molestar ni edulcorar los mensajes. Así, “LOS DESTELLOS” estalla torrencialmente en película cierta, creíble y con un realismo que escuece y emociona a raudales.

Me reitero sobre lo que dije al principio: esta película es, junto a “LA HABITACIÓN DE AL LADO” (desde mi humilde punto de vista), lo mejor en cine que se ha hecho en España en 2024.

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