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“SIRAT. TRANCE EN EL DESIERTO” (España, 2025), de Oliver Laxe

  • salva-robles
  • hace 14 horas
  • 2 Min. de lectura

“SIRAT. TRANCE EN EL DESIERTO” (España, 2025), de Oliver Laxe

 

De nuevo, estamos de enhorabuena. El cine español tiene en Oliver Laxe a un director-monstruo, gigante, un artista descomunal cuyo principal mérito (y tiene muchos) es el riesgo. Es “SIRAT” una película valiente, una obra en trance constante, que asume radicalismos a tutiplén para crear una (al mismo tiempo) hermosa (por profunda) y (aún) más terrible epopeya que acaba siendo una tremenda metáfora del terrible y demoledor presente.

Hay que verla y luego masticarla, porque lo que el espectador se encuentra es algo repleto de hondura, de una metafísica demoledora pues durante casi dos horas cada decisión cinematográfica y cada situación dramática son una exploración que se hace preguntas esenciales sobre la realidad, nuestra existencia en ella y el ser humano en mitad de ambas. La película de Laxe no da respuestas directas porque solo le basta con mostrar. Así, es toda ella una parábola arrolladora en la que el espectador queda noqueado de principio a fin. Y mientras se suceden las escenas y las situaciones dramáticas van aumentando de manera inapelable (varias veces la sala de cine y los que estábamos dentro de ella hemos estallado en profundos sentimientos de congoja y pasmo), la hipnosis aumenta en las retinas del espectador que contempla, aturdido, embriagado y, finalmente, absolutamente conmocionado, cómo es imposible marcharse y abandonar el sistema que nos aliena y atrapa. Y esta es su mortífera lectura final. Pero no sólo eso: “SIRAT” es, sobre todo, un grito espeluznante que nos empuja/obliga a despertarnos. Ojalá.

Esa contundencia nos viene disfrazada de varias cosas: western, road movie y drama familiar. Las tres cosas envueltas en una banda sonora que es puro ataque cardiaco y que dota de atmósfera extraña (algo más que onírica) a una película inquietante y artísticamente ultra original (es inmenso su calado visual y sensorial). Hay mucha filigrana en el concluyente trabajo de dirección del inmenso Oliver Laxe, que es de una visceralidad pocas veces vista en el cine español. Y esa misma visceralidad se llena de tacto y de un aliento poético que es pura penetración sibilina y confidencial. Estamos ante una obra magna que cada espectador recibirá como le dé la gana, pero de lo que estoy seguro es de que nadie saldrá de la sala impertérrito o sereno. Es imposible no sufrir perturbaciones viéndola. Y su mensaje no puede ser más oportuno en mitad de este desolador presente.

Sí, sin duda alguna, es una película significativa. Mucho. Y Cannes, hace unas semanas, así se lo ha reconocido otorgándole el segundo premio en importancia del certamen. Merecidísimo. “SIRAT” es cine que traspasa los límites, cine que mixtura lo corporal y lo anímico, cine que rompe los convencionalismos y que grita para sacudir las conciencias. Y cine necesario: para la evolución del arte y para la introspección del ser humano.  

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