DOS BRILLANTES PELÍCULAS ALEMANAS

DOS BRILLANTES PELIS ALEMANAS

“JACK” (Alemania, 2014), de Edward Berger

El ahora conocidísimo director de cine Edward Berger (aclamado y multipremiado por “SIN NOVEDAD EN EL FRENTE”, del 2022, y más recientemente “CÓNCLAVE”, del 2024), rodó una estupenda película (mucho más íntima y con cuatro duros y muchas ganas de reivindicar sin trucos y a tumba abierta) que, muy en la línea del cine de los hermanos Dardenne, nos narra las vicisitudes de un niño de 10 años que se las tiene que apañar solo (mientras ayuda también a su hermano pequeño) para sobrevivir en una sociedad donde progenitores y sistema lo abandonan sin ningún miramiento.

La odisea del chico, la búsqueda de una madre pasota y desaparecida, la narra Berger como un cuento de terror sin que lo parezca en forma, pero sí en fondo: da pavor comprobar entre las imágenes a una sociedad herida y tan extraviada y desatendida como el chaval protagonista. Aparte de la inmensa interpretación del niño (de esas interpretaciones que dejan poso en las retinas de un espectador consternado, cabreado y afligido), que es prácticamente el 90% de lo que hay de gigante en la película, el trabajo de dirección de Berger es también inconmensurable: la película rebosa sensibilidad y una energía narrativa que es puro virtuosismo y que le inyecta a las imágenes una fuerza descomunal. Así, lo que podría haber sido una ñoña y sensiblera historia, se muestra en la pantalla con un nervio y una pujanza que nunca es condescendiente o blanda. Muy al contrario, el espectador percibe todo el rato puñetazos por doquier y el dolor de esos dos niños abandonados a su suerte deja poso, mal cuerpo y una rabia/impotencia infinita.

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“LA SEMILLA DE LA HIGUERA SAGRADA” (Alemania, 2024), de Mohammad Rasoulof

Cuántas ganas le tenía. Un año entero oyendo alabanzas y viendo la cantidad de premios y nominaciones que iba atesorando por todas partes. Mis expectativas han quedado saciadas: es una enorme película, un alegato político y una reivindicación feminista de alto copete. Y lo es, además, porque rebosa valentía mientras gratifica al espectador con una revelación de cine enormemente eficaz y tan honesto que lacera, aguijonea o reivindica sin convertirse jamás en un panfleto.

Hay tanta brutalidad solapada (en tantos momentos y escenas) y directa (en otros fragmentos), que cada minuto de la película es un estremecedor alarido de auxilio, un alegato contra esos regímenes totalitarios y machistas que osa mostrar un realismo feroz a base de trompadas directas en unas ocasiones y, en otras, reivindicando dilemas morales de crucial importancia. Se parece mucho esta película al cine del mejor Asgar Farhadi, ese cine en el que la catástrofe moral lo va impregnando todo a base de metáforas, alegorías y verdades como puños.

Su tono de thriller-parábola (mezclado con alta intensidad psicológica y una pujanza emocional perentoria) está trazado con garra y fuerza, su in crescendo pone de los nervios al espectador, que asiste anonadado y cada minuto más cabreado a la odisea misógina que padecen una madre y sus dos hijas. Cada intensidad de esta película es un puñetazo de reflexión para quien la contempla. Claro, ha tenido que ser producida en Alemania, en Irán esto estará prohibidísimo e imagino que sus creadores estarán siendo perseguidos y/o amenazados. Esto es ese cine valiente que el mundo debe conocer. Y una gran película en intenciones logradas con mérito, arte y una rabia tan necesaria como esencialmente reivindicativa.