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“HERIDA Y VENTANA”, de Fernando Parra Nogueras

  • salva-robles
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“HERIDA Y VENTANA”, de Fernando Parra Nogueras

AÑO: 2025

PÁGINAS: 227

GÉNERO: novela

 

La palabra depresión proviene del latín “despressio”, que significa “opresión”, “abatimiento” o “encogimiento”, palabras extrañas para quien no ha padecido este diagnóstico psiquiátrico, y digo extrañas porque también tienen mucho de estigmatización social, de ocultamiento, de mirar para otro lado, sintiéndonos muy incómodos, cuando escuchamos que alguien tiene depresión. ¿Por qué? Creo, sinceramente, que porque no la comprendemos del todo y porque adolecemos de una enfermedad crónica y muy del siglo XXI: la falta de empatía hacia el prójimo. Y añadamos los prejuicios y las concepciones sociales erróneas que existen ligadas a esta enfermedad.

         El narrador protagonista de esta novela cuenta en primera persona su proceso depresivo. Lo hace desde una postura valiente pues no escatima nada y el lector lo que percibe es un sincericidio de tomo y lomo, mientras las páginas muestran una exploración descarnada de la enfermedad que no es sino, finalmente, una indagación artística cargada de ironía, de lirismo del bueno y de una sensibilidad que a mí me ha removido. Es de esas novelas que me conmueven hasta el tuétano, pues es la intimidad descarnada que florece dentro del libro la que logra una conexión muy profunda con mis miedos, mis inseguridades y, también, sí, con mi empatía, pues comprendo y conozco esta enfermedad desde el lado del ayudador o familiar acompañante, que es también un lado que la sufre. Hay además dentro de esta novela una investigación continua sobre hallar la belleza en el dolor y lo mejor es que Fernando Parra Nogueras la encuentra en cada página. ¿Cómo? Pues con esa prosa exquisita y elegante (y hasta afectada en su delicadeza y virguería puntillosa) a la que nos tiene acostumbrados uno de los escritores más deleitables que tenemos en nuestro país ahora mismo. Un autor que edifica magia con un acervo cultural enorme y con un manejo del vocabulario que es tan tanteador como incitante.

         La pregunta (quizá morbosa e inevitable) que gira (y me susurra todo el rato mientras leo) es si esta historia es verdadera, si su autor ha vivido todo lo que narra. Creo que es una inclinación mía natural (más allá de su lado mórbido o voyeur) por descubrir o entender lo desconocido y también por empatizar con un escritor al que admiro y aprecio como amigo virtual. La novela parece que da pistas claras: el narrador habla de que está escribiendo una novela de autoficción y menciona los miedos que le produce escribirla, aunque no pueda evitar hacerlo. Y, al final, es esto lo que realmente me importa: que el género (últimamente tan criticado y desfavorecido por reseñistas, autores y lectores que lo minusvaloran o que literalmente lo desprecian) aquí toma nuevos bríos, pues percibo en la novela, desde ese lado supuestamente autobiográfico, una exploración y reconstrucción de la vida para aprehenderla más que para dibujarla. En este sentido, “HERIDA Y VENTANA” es un libro que proclama la fuerza redentora que tiene la literatura y que, también, la alcanza con profusión y alevosía. Un libro que, quizá, redime a su autor, pero que también nos regenera y libera a los lectores. Al menos a mí, que lo he leído enternecido, palpitante y, literalmente, agitado en mis más íntimas profundidades.

         Escribir una novela sobre la depresión en los tiempos que corren es, cuando menos, un hecho osado, valiente. Y yo aplaudo esa valentía, porque, además, me ha regalado horas placenteras y emocionadas, algo que aprecio y necesito en mi vida cotidiana para salir de los ardides y engaños que nos reporta la falaz y trolera vida tecnológica y virtual en la que, imperdonablemente, nos ahogamos en este hoy tan sucio que proclama vidas perfectas y maravillosas a través de redes e influencers manipuladores y perversos.

         Y no nos olvidemos de una cosa: la depresión es una enfermedad que podemos padecer cualquiera de nosotros, es decir, nadie está libre de ella. Comprenderlo, y este libro tiene la fuerza descomunal de atreverse a ponerla sobre la mesa sin tapujos ni melindres ni mentiras, es quizá el primer paso para desestigmatizarla y comprenderla. Y ojo, Fernando Parra Nogueras ha construido una novela muy buena como artefacto literario, pero también es brillante en dar luz a las tinieblas con personajes no solo creíbles, sino tan humanos como entrañables. Y tiene dentro secuencias, capítulos o episodios memorables en eso de descubrir la intimidad de un ser humano radiografiada desde un sarcasmo que vomita puyas por doquier a una emoción nada contenida y nada exenta de crueldad (esta enfermedad lo es y mucho), pasando por una emotividad descarnada que produce escalofríos y zarandeos a partes iguales. Bravo.

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