"LA OCUPACIÓN", de Annie Ernaux

"LA OCUPACIÓN", de Annie Ernaux

AÑO: 2002

PÁGINAS: 84

GÉNERO: novela

         Este libro, escrito por cualquier otro autor, seguramente nos habría producido vergüenza ajena a los lectores y afirmo esto con contundencia porque el impudor de la autora francesa podría pasar por locura, enajenación, un egocentrismo narcisista del quince o vete tú a saber qué otras apreciaciones podríamos concebir. Aquí, en este libro, cuenta lo que podríamos decir que es una situación ridícula que, a veces, el ser humano (sobre todo si esta persona tiene como rasgo personal ser celosa) no puede evitar.

         Pero este libro lo ha escrito Annie Ernaux. Y, como es habitual en ella, convierte su vida en literatura, en literatura de la buena, en literatura que transforma los temas cotidianos en universales, en reconocibles por todos. Tiene la escritora francesa una forma de narrar sus vivencias que a todos nos concierne y, de esta manera, sus psicopatías e intimidades son las de todos. Las palabras de la autora se convierten en dardos que nos hacen agujeros y nos descomponen después de pincharnos o en radiografías de nuestras almas dolientes. Y lo que más remueve (en mi caso, diría mejor "conmueve”) es cómo logra la empatía del lector, que la lee entregado, sacudido por el dolor y el tormento de una emoción tan ridícula y, sin embargo, tan humana como son los celos. Lo revolucionario de la literatura de Ernaux es lo descarnada que es su exposición personal sin paliativos, esa crudísima honestidad que pone en cada frase, en cada situación o emoción que narra. Yo esto nunca lo había visto en ningún autor: esa entrega a la verdad íntima y personal sin máscaras. La literatura del yo se agiganta gracias a la forma que adapta una Ernaux que no se autoenjuicia ni se autocensura, sino que, muy al contrario, habla abiertamente (soltando escupitajos verdaderos) sobre una emoción (los celos) y los comportamientos humanos derivados de ellos. Así, "LA OCUPACIÓN" resulta un libro tremendamente desgarrador, como ocurre con tantos otros libros de la escritora.

         El personaje central de este libro se pisotea constantemente desde la primera página y así durante todas las demás. Hay genialidad en el retrato autobiográfico y genialidad en su calidad literaria. Algo ya innegable, le pese a quien le pese. Es verdad que no todo el mundo está dispuesto a entrar en estos envites literarios que nos propone la autora francesa (creo que muchos lectores, y es esta opinión mía, claro está, una apreciación subjetiva, no soportan verse en el espejo que son los libros de la Ernaux) y es verdad también que la literatura, como todo arte, es algo subjetivo y muy personal y cada lector/espectador vive su propia experiencia cuando se acerca a las obras de cualquier artista. Pero lo que el lector se encuentra con esta escritora es algo raro, poco transitado o recorrido de la manera en que lo hace ella. Y esto a mí me parece novedoso, inquietantemente distinto y, por tanto, me atrapa, me remueve y me llena como lector ávido de escritores que le muestren algo DIFERENTE.

         Así que para mí Annie Ernaux sigue siendo, libro a libro, una de esas raras autoras que colman plenamente mis experiencias lectoras y ha supuesto uno de esos descubrimientos que me congratulan con el arte de experimentar con las palabras. Su literatura, escrita con excelente pulcritud, es más que narratividad un desalentado y agitado lienzo donde reflexión y desnudez impudorosa toman el protagonismo y, por tanto, el mando en historias muy perturbadoras. Y la leo, cada vez, con la boca abierta y la ilusión intacta, y tan agradecido como revuelto en mis emociones más escondidas. Leo en ella lo que la verdad tantas veces nos oculta (o nosotros nos empeñamos en ocultarnos). Bravo por ella.