TÍTULO: “LA OSCURIDAD ES UN LUGAR”
AUTORA: Ariadna Castellarnau
AÑO: 2020
EDITORIAL: Destino
PÁGINAS: 151
GÉNERO: relato
En lo ensortijado anida lo extraño. Es en este ambiente donde los personajes de los ocho relatos se mueven, mecidos por impulsos y obligados por las circunstancias. Pero es en esa extrañeza donde mejor se reconocen o encuentran. Por todas las historias bulle la fantasía instalada en la cotidianidad, aunque no es una fantasía de ciencia ficción, sino que se presenta como quimera de lo incierto, pues es ahí, en la aleatoria inseguridad, donde se mueven los padres, las madres y los hijos que habitan estas páginas. Padres postizos o madres fingidas, unas veces; progenitores perdidos, asustados o enfangados en frustraciones, otras veces. El conjunto es un retrato humano muy oscuro, pero también profundo en resonancias psicológicas y que desnuda las relaciones humanas con meticulosa callosidad.
La prosa podría emparentarse con las de otras autoras sin por ello tener que parecerse a ellas (Mariana Enríquez o Samantha Schweblin, por ejemplo), que escriben una literatura que bucea constantemente en la violencia y en el terror (en Ariadna Castellarnau más implícitos que directos, aunque a veces también asoman estos en toda su carnalidad). También llama la atención su sencillez y su transparencia aparentes, pero detrás hay muchas capas de fenómenos insólitos en mitad de circunstancias banales.
Me gusta el estilo cinematográfico (muchos de los relatos estarían dentro de lo que se conoce como “road movies”), el uso de las imágenes que nos regalan poesía entre la sordidez argumental y esa esencialidad a la hora de aprehender las relaciones humanas. No hay búsqueda de sorpresas finales, sin embargo, los relatos tienen dentro situaciones inesperadas o acontecimientos imprevistos que dejan en las retinas del lector ciertas incomodidades, pues se ve obligado a juzgar lo que los propios relatos no hacen.
Una nueva voz narrativa interesantísima a la que habrá que seguirle la pista.
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