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"PÁJAROS EN UN CIELO DE ESTAÑO", de Antonio Tocornal


PÁGINAS: 269

AÑO: 2020

EDITORIAL: Versátil narrativa

GÉNERO: novela


Un pequeño pueblo andaluz inventado (Las Almazaras) sirve al autor para hablar del ser humano y del mundo, o mejor: del ser humano en el mundo. Las Almazaras aparece como un espacio mítico, un micromundo como metáfora de la supervivencia en nuestras cotidianidades. Hay en ese pueblo, como los hay en todos, muchas historias, muchos seres que viven o han vivido en él y que dejan su huella, a veces una huella invisible, pero que está y suma. Antonio Tocornal pone voz a ese micromundo y a la gente que lo habita y nos regala una serie de estampas que fotografían el transcurrir de la vida. La excusa, estupenda y original excusa, es la familia extranjera, extravagante y extraordinaria que llega y se instala y entonces parece que TODO en ese espacio cambia, cuando lo único que ocurre es que esa familia le da pie a un narrador-testigo (que se transmuta poco a poco en omnisciente) para que cuente las pequeñas historias de un conjunto de personas a las que esa misma voz les pone cuerpo y memoria.

Lo original empieza en el trasfondo: es una novela situada en la posguerra (años sesenta más o menos), pero esta sólo aparece como marco, no como tema. Después, esa originalidad crece y se retroalimenta gracias a una galería de historias que les ocurren a los que nunca han contado para la Historia (con mayúsculas) y entonces el narrador nos revela la magia y que esta es, además, puro lirismo. Y, de paso, nos hace un retrato variopinto de una serie de personajes (¡y qué personajes!) que parecen que habitan en un estado de alucinación y ensueño. El lector asiste, encandilado y con una sonrisa instalada (que se trueca en carcajadas muchas veces), a una lectura en la que (sin los aspavientos de los recursos artificiales o ajados) la prosa fluye diáfana y en la que lo nostálgico y lo vital (nutritivo y vigoroso) acaban impregnando todas las páginas. Detrás está siempre la sombra del realismo mágico, pero Tocornal parece reinventarlo.

“PÁJAROS EN UN CIELO DE ESTAÑO” es literatura pura: originalidad, imaginación, esparcimiento. Es imposible aburrirse aquí dentro con personajes como (y cito sólo algunos): el cartero que no entrega la correspondencia, el hijo mudo que inventa su propio lenguaje, el artista que pinta durante toda su vida el mismo cuadro, la niña que con su menstruación descubre pozos de agua o el profesor de la ropa interior femenina.

Tras leer “BAJAMARES” (que fue para mí un descubrimiento el año pasado y una de las mejores novelas que he leído en mucho tiempo), Tocornal vuelve a darme donde más me gusta como lector: en las entrañas de la emoción. Porque eso es esta novela: una agradabilísima mixtura de ternura, agitación, divertimento y prosa deliciosa que se degusta párrafo a párrafo y en la que permaneces en un placentero estado de ensoñación mientras la lees.



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