(Miniserie, 4 episodios)
Aparte de una protagonista genial (interpretada por una actriz que está aquí inmensa), esta serie juega a manipular (con muy buen criterio) unos pocos elementos que se enredan (en el buen sentido) constantemente en sus contrastes: luz y oscuridad de una industria (la del cine porno), consentimiento y poder (en temas sexuales), alegrías y penas (de un mundo que nunca es lo que parece). Así, los personajes se pasean delante de nosotros mostrando sus vicisitudes de una manera (y aquí está lo mejor de la propuesta) poco habitual porque destila sinceridad, realismo y naturalidad, pero siempre con los chispazos de humor en sus alrededores. Es como si Ken Loach hubiera decidido volverse un poquito Mr. Bean.
Los temas centrales de la serie son dos: hasta dónde llega el consentimiento sexual en el mundo del porno y los abusos de poder que se dan en esta industria. Para hablar de esto, el guion se esfuerza (con verosimilitud y tono crítico disfrazado de comedia sutil) en presentarnos a una mujer (estrella del porno) moviéndose en su cotidianidad menos glamurosa: esposa, madre y ser humano con emociones y sentimientos. El retrato resultante es complejo, rico en matices, muy crítico y rompe muchos (todos) los clichés sobre las actrices de este tipo de cine.
De esta manera, la miniserie nos regala una estupendísima figura femenina (se las conoce despectivamente como “MILF”: madres follables, sería su traducción más cercana y directa) plasmada desde un ángulo inesperado y que logra incomodar al espectador: no se la juzga por ser una actriz porno (orgullosa de serlo, además), sino que se juzga a los que la rodean por prejuzgarla por su profesión. El guion nos propone una “desestigmatización” de esas profesionales y lo hace buceando en la realidad cotidiana, muy lejos de lo que el imaginario tiene asumido y bien asimilado: no nos presenta un mundo repleto de lascivia, mísero y hasta glamuroso. Lo que vemos los espectadores es la realidad directa: precariedad profesional, mercantilismo, inestabilidad laboral, competitividad, desprotección legal…y el resultado es un retrato humano muy lejos del encasillamiento y del concepto cultural que hay sobre las actrices porno. Y todo acaba siendo una lúcida, penetrante y certera representación de las reivindicaciones feministas. Sin demagogias, sin maniobras, sin radicalismos. Pura y esencial reclamación, tan justa como necesaria. Esta serie no tiene nada que ver con los estereotipos falsos y manipulativos de otras series supuestamente feministas que abordan el tema con múltiples contradicciones entre su discurso y el producto resultante final (un ejemplo de esto sería “BIG LITTLE LIES”).
“ADULT MATERIAL” es desprendida, coherente y sincera. Y, además, logra que te lo pases francamente bien porque, pese a lo que cuenta, es divertida, fresca, lenguaraz y llena de vida. Y sabe tocar en la diana del meollo, obligando al espectador a replantearse sus ideas preconcebidas.
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