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“DYING FOR SEX” (miniserie, 8 episodios)

  • salva-robles
  • hace 5 días
  • 2 Min. de lectura

 

No esperaba mucho de ella, la verdad, quizá algo amable sobre el tema de la muerte injusta de una mujer aún joven por cáncer. Un melodrama más, bienintencionado, empalagoso y repleto de trucos.

Pues no.

Es de esas apuestas televisivas que te sorprenden muy gratamente. Que sí, que como en todo, mi opinión es solo mía y, por tanto, tan personal como subjetiva, claro está. Pues eso: he visto cada episodio a carcajada limpia, emocionado hasta las trancas, agradecido y arrebatado por mil y un sentimientos.

¿Por qué?

Pues por variadas razones y todas superpositivas. Para empezar, porque sorprende su tono: ante una tragedia personal, los diálogos, las situaciones y los personajes (incluidos los secundarios y hasta los esporádicos) son puro y divertidísimo esperpento. El humor en mitad del melodrama logra un equilibrio maravilloso y parece que todo vale en ella y hasta lo que menos te esperas, de pronto encaja con sorna, con ironía, con una ternura maliciosa y hasta muy astuta, que acaba apretándome (es decir, encogiéndome) el corazón en varios tramos bien hilvanados y mejor resueltos en eso que tiene la serie (todo el rato) de solazarse/mofarse/reírse ante las oscuridades que hay detrás de todo lo que se cuenta dentro de ella.

Por supuesto, no escatima (en muchas ocasiones) en eso de tropezar con lo empalagoso, pero es que aquí el almíbar está bien dosificado y la trama lo necesita (y merece) ante tanta sordidez dramática (por mucho que la disfracen de comedia delirante). Se agradecen la ternura, la empatía, lo lacrimógeno y, sobre todo, su libertad expositiva (que sorprende, y mucho, en una serie producida por Disney). Al final, uno se queda (sobre todas las demás estupendas razones que esgrimo más arriba) con la valiente honestidad de una historia que acaba siendo tan humana como hermosamente abierta en sus, también, ingenuidades varias.

Un estupendo (alocado y divertidísimo) reparto, con una Michelle Williams a la cabeza interpretando su rol más delirante y desenvuelto, nos presenta a un todavía más atolondrado repertorio de personajes extravagantes y raros que desprenden una humanidad gigantesca. Y hay que estar muy atentos (para disfrutarlo a tope) al tándem que forma la Williams con la actriz Jenny Slate, que hace el rol de su amiga del alma dispuesta a todo para que el tránsito hacia la muerte le sea lo menos doloroso posible.

Esta miniserie es mejor conforme avanzan los capítulos. De esta manera, los tres últimos te dejan emocionalmente agotado, pero con un regusto de satisfacción muy placentera. Lágrimas y sonrisas se dan la mano en todo momento. El descaro, tan naif como sincero, de esta miniserie acaba ganándome por completo. Y la termino desolado, sí; pero también embriagado por la enorme energía y alegría de vivir que desprende por todos sus poros.

Menudo puñetazo le dan a la muerte los creadores de esta serie.

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