Páginas: 152
Año de publicación: 2010
Género: novela
La adolescencia, ese laberinto tortuoso y repleto de espinas (algunas te hacen sangrar) que todo ser humano atraviesa como puede, es quizás una de las etapas de la vida donde más solos estamos y, sobre todo, nos sentimos. Esta estupenda novela de Andrés Barba (una más en su irreprochable trayectoria literaria) da otra vuelta de tuerca sobre una temática a la que la literatura (en su género narrativo, sobre todo) le ha dedicado desde siempre (¡ay, aquel pobre Lazarillo fue uno de los primeros!) muchas y estupendas páginas.
Barba opta por la parte más sucia y escabrosa de esta etapa: esa en la que la ambigüedad hace del adolescente un ser inadaptado y, por tanto, enganchado a una violencia a la que ni siquiera es capaz de verle la cara verdadera e indudable. O se la ve, sí, pero sin moralidad ni justicia algunas. Por esta razón, la novela que comento es de esas historias-puñetazo, duras en su verdad irrefutable y duras por su impudicia y valentía en mostrarla.
El protagonista de “AGOSTO, OCTUBRE” es inteligente, pero sus actos involuntarios corren más deprisa que su inteligencia. Se pierde en las relaciones porque le cuesta trabajo o no puede encontrarse a sí mismo. Quiere comprender, sin embargo, llega tarde cuando comprende. Y, claro, las situaciones que vive le crean una angustia vital que lo estrangula y le asfixia. Y lo peor es que se ahoga solo pese a estar rodeado de gente. Nadie se da cuenta de lo que él percibe. Y su soledad y su desasosiego son aún mayores. Luego, su sentido de la rectitud (tan inocente y al mismo tiempo tan humano) turba y conmueve.
Lo mejor de esta novela es el análisis psicológico de sus personajes. Es aquí donde Andrés Barba demuestra ser un mortífero y fastuoso retratista que capta con rigor el alma humana en un momento muy concreto. Tanto es así que da miedo sentir que el deambular de esos chicos y chicas sea tan análogo al de los adolescentes que con tan devastadora certeza captó Gus Van Sant en aquella tremenda joya cinematográfica que fue “ELEPHANT” (otra obra de arte que supo captar una VERDAD incontrovertible).
La estructura de “nouvelle” (relato largo o novela corta) le da a todo una premura y una celeridad, que es la misma con la que la lees, quedando así la sensación (también angustiosa) de que te falta el aire, de que te quedas sin respiración ante esa prosa ágil y tremenda. Para mí, y no me canso de decirlo, Andrés Barba es toda una referencia (de las buenas) ahora mismo en la novela contemporánea española. Cada libro suyo que leo (y los he leído todos ya) me ha corroborado la valía de un autor que merece muchos elogios.
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