AUTOR: Antonio Tocornal
AÑO: 2020
PÁGINAS: 231
Cuando alguien me pregunta que por qué leo, no sé qué responder; pero suelo decir que lo hago porque lo necesito y porque busco en la lectura la felicidad. Este libro es un perfecto ejemplo de felicidad lectora. Todo en él está dotado de hermosura o está en su sitio o tiene su porqué y uno lo va descubriendo página a página, con esa sensación de haberte echado en tu copa de siempre un vino exquisito que sabes que debes saborear como se merece. Así son la prosa, la historia o el personaje central de esta novela: una revelación. Y, claro, a mí descubrir esto me hace feliz. Uno lee para encontrarse libros como este.
Un islote desierto, un faro que hay que mantener en funcionamiento y un joven que llega a este sitio y que se pasa toda su vida (unos sesenta años) allí. Como nexo de unión con el mundo tiene un barquero que le lleva víveres cada quince días. Y como compañía (aparte de los infinitos lagartos que pueblan la zona), una enciclopedia que le sirve para no perder el lenguaje. De entrada, esto suena a aburrimiento. Aunque no, qué va, al contrario.
Dentro de este libro feliz (literariamente hablando) hay una historia donde parece que no sucede nada, pero lo que ocurre es que está la vida. Y la vida es emoción, misterio, desdicha, aventura, desidia, mentira, soledad, sueño, imaginación y fábula. Todo eso está en las 231 páginas. Añadamos la prosa que ha moldeado Tocornal: precisa hasta lo minucioso, honesta hasta lo emocionante, un delicado tono (y tan lírico) que contiene un reto brutal para un escritor y que aquí se solventa con una magia espectacular. Leer “BAJAMARES” es entrar en otra dimensión: lo original que hay en ella ya estaba inventado, pero no lo parece y por eso es tan insólita (o cuando menos, diferente). Y uno lee sobrecogido, enganchado, imaginando cómo se ha construido esto sin que su autor se haya dado el batacazo, tal es el duelo narrativo desafiante que se intuye que hay detrás.
Vas pasando las páginas y todo es aroma clásico, una fragancia que encuentras por sorpresa y muy pocas veces. Una novela que emociona, que no quieres que se acabe. Te atrapa su estructura como a fragmentos y polifónica, te sobrecoge su narrador en primera persona del que vas descubriendo que no te puedes fiar y te engancha ese otro narrador omnisciente que es tanto o más subjetivo que el protagonista y un personaje más que no tendría que ser y acaba siendo. Por no hablar del barquero, otra voz relativa y desleal con la verdad o precisamente por culpa de ella.
Y es muy curioso que esta novela naciera al público en abril, justo cuando vivíamos exilados en nuestras casas (su protagonista decide confinarse para siempre en una isla). Como resulta curioso también que nos hable de un ser humano que se retira del mundo, que vive a solas, consigo mismo y sólo su entorno como interlocutor en plena era de la hipercomunicación. De ahí que, como fábula, “BAJAMARES” acabe convirtiéndose en una alucinada metáfora sobre nuestros tiempos (aunque no parezca que hable de ello).
No quería que se acabara. Esta novela es de esos libros que duelen cuando los terminas. Y, desde luego, es uno de los mejores que he leído en este extraño, aciago y triste 2020. Qué gozada de lectura. Extraordinaria.
Síiiiii
Me lo pido para Reyes!!!