AÑO: 2023
PÁGINAS: 261
GÉNERO: novela
¿Es una declaración de principios esta novela? ¿Es una despedida, un adiós? ¿Es un juego metaliterario y cuasi metaficcional, otro juego más en la carrera literaria de Auster, y donde la metaficción es mentira, pero con muchas verdades dentro? Auster sabe que la muerte le ronda más que nunca. Y en esta última novela suya hay un protagonista maduro (sin duda alguna un alter ego) de setenta y tantos años, que habla de la muerte por encima de otros interesantes temas.
Este libro a mí me ha emocionado todo el rato. Y me emociona no sólo la creación de un personaje central lúcido en sus tristezas, sino que me emociona la creación de un cosmos narrativo en el que prima el desencanto y el duelo y, sin embargo, acaba siendo una novela no solo elegiaca, sino sobre todo, apesadumbrada a más no poder porque, en ella, la nostalgia lo va empapando todo. Y, no obstante, esa congoja envolvente aparece siempre como con un hálito de esperanza y anhelo. Parece que Auster nos grita que la vida siempre merece ser soportada, que vivir no sólo es respirar, sino apreciar los recuerdos que son, en última instancia, ese asidero al que agarrarnos para sobrellevar todo mucho mejor. ¿Qué sería de nosotros sin recuerdos?
Hay en lo último de Auster algo evidente: la búsqueda de una autenticidad emocional, esa que nos transita y nos recubre por dentro para convertirnos en seres que se hacen preguntas constantes sobre los significados de llegar a la vejez, que es algo así como que sobrevivimos pese a todo. Y sí, el personaje central ha sobrevivido ya diez años a la muerte de su amada esposa y en esa supervivencia se hace preguntas y reflexiona, con una calma exquisita (ese personaje es un intelectual con la cabeza bien amueblada y un hombre amputado por la ausencia de quien más ha amado) sobre la pérdida y la memoria. Una memoria que es puro y estremecedor fragmento, pues los recuerdos aparecen aleatorios, sin dirección concreta. Y así, a base de cascajos y recortes, va construyendo una vida en común con su mujer, que resultará, finalmente, otro personajazo memorable en una novela que es un estallido de sabiduría vital sobre los caprichos del destino.
Es una novela cálida, con personajes enredados y actuales. Una novela que empieza con un primer capítulo que juega a desconcertar al lector y que puede crear rechazo en lectores muy impacientes que buscan la “obra maestra” ya en las primeras páginas. Luego de ese primer capítulo, Auster nos regala una narración que no va sólo de ese hombre senil que nos ha presentado al principio, sino que dentro de ese ser humano hay una persona repleta de ganas de vivir y cuyas circunstancias cotidianas son puentes que lo llevan a las meditaciones, a los recuerdos biográficos y a tramas que se expanden hacia su pasado sin olvidar el presente que camina hacia el futuro. Porque los viejos también tienen futuro, aunque este sea más efímero o precario. Al protagonista (aparentemente) senil aún le quedan aventuras imprevistas que desempeñar, trabajos que acabar o episodios que le ilusionen. Y todo eso se narra en los capítulos sucesivos que juegan al in crescendo entusiasta y emocional.
Yo he percibido en esta novela mucha verdad. Una autenticidad que emana de las agitaciones internas que producen los recuerdos y donde la escritura se erige en una celebración de la vida (el libro filosófico que está escribiendo Baumgartner, el libro de poemas de su mujer que quiere publicar, la tesis que una joven quiere escribir sobre la obra de su esposa, los relatos autobiográficos que rescata de su mujer…). Y, así, la novela explota como metaficción continua, como una celebración en la que la vida está muy viva aunque sea dentro de las palabras que el protagonista inventa o lee en los papeles que escribió su señora en el pasado. Escribir es un festejo, parece que nos dice Paul Auster en boca de sus personajes. Y mientras uno escribe, está más vivo. Y es en ese diálogo (que alcanza páginas de extraña y envolvente belleza) que hay entre los escritos diferentes que se muestran y las reflexiones de Baumgartner donde, como por arte de magia, vuelan y saltan las emociones que esta novela me ha suscitado. Y han sido muchas.