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“BLONDE” (EE.UU., 2022), de Andrew Dominik



Digámoslo desde el principio: “BLONDE” es una película que quiere provocar al espectador y, por eso, es una obra que va a suscitar opiniones encontradas y polémicas, tanto de sus incondicionales como de sus detractores. Para mí es una obra imperfecta, pero absolutamente sugestiva e hipnótica (visualmente hablando). Y, quizá por esa imperfección, me parece aún mejor de lo que ya es. No es una obra maestra, ni mucho menos. Pero es una película valiente, mucho; una película que se atreve, temeraria y, en muchos momentos, mágica y tan audaz como asombrosa. No va a dejar a nadie indiferente. Absolutamente a nadie. Y eso ya dice mucho de ella.

El director apuesta desde el principio por descolocarnos. Esto no es un biopic al uso. Para nada lo es, aunque no acabe contando nada nuevo sobre el mito y se pase tres horas mostrándonos cosas que ya sabíamos. Uno acaba de ver la película y no ha añadido nada nuevo sobre lo que ya conocía de Marilyn. Y aquí, yo creo, está el gran fallo de la película: no aportar una mirada diferente sobre un personaje icónico del que todos estamos al tanto. Pero lo que narra y se sabía tiene un punto de vista que subyuga y hasta incomoda o carga, tal es el tsunami de introspección íntima que la cámara capta de un personaje al que se ha querido retratar desde las tripas, desde su propia psique (que como todos sabemos, nunca estuvo muy sana por diversas condiciones y circunstancias). Y aquí es donde la película logra algunos pequeños milagros: si el fondo nos rechina porque ya nos lo sabíamos, la forma de mostrar ese fondo es obra de arte, orfebrería fílmica, imagen que fluctúa entre lo bello y su extremo psicológico, que no es sino la tenebrosidad de un ser humano herido hasta en sus más escondidos rincones. La cámara se regodea hasta lo insoportable en la desgracia, en el horror y las miserias padecidas por esta mujer. Vemos a una Marilyn o Norma Jean en constante llanto, humillación y desgracia. La cámara no la deja nunca en paz ni en reposo, siempre anda tras ella buceando hasta el extremo de penetrar en su útero en una de las escenas de un aborto (que no por tétrica, deja de ser bella, por cierto). Así, las tres horas no dejan respiro al espectador, todo está mostrado con apabullante sordidez. El resultado: un retrato lascivo, tan fisgón como entrometido y despiadado de tan crudo como resulta todo. ¿De verdad que mi Marilyn no tuvo ni un solo resquicio de paz en su vida? Entiendo que el director ha querido radiografiar cómo se sentía Norma Jean en la piel del mito. La persona invadida y vencida por la estrella de cine. Pero…¿no había nada más que eso?

La labor de dirección es, bajo mi punto de vista, un trabajo brillante de filigrana fílmica y técnica feroces. Hay en cada plano, en cada secuencia, alguna idea brillante, portentosa en resultados estéticos. Y este alarde apabulla también al espectador, que está siendo constantemente alterado y revuelto. Hacía tiempo que no me impactaba tanto una película desde el punto de vista estético.

Y si nos apabulla la técnica, la duración o la cámara entrando en la psique del personaje central, no menos apabullante es el trabajo interpretativo de su actriz principal, que no sólo traspasa el milagro, es que alcanza la categoría de trabajo inolvidable. La película no sería nunca lo que sea que resulte ser sin Ana de Armas, una intérprete que adquiere el prodigio (y la quimera) no de imitar a la perfección, sino de SER Norma Jean y Marilyn al mismo tiempo en una labor profesional en la que la actriz lo ha dado todo, se ha lanzado sin paracaídas hacia un lugar que ya podemos llamar “cumbre” en la historia del cine. Un lujo contemplarla. Un lujo admirarla.

Opción alternativa al biopic tradicional, “BLONDE” es, finalmente, una película excesiva, intensa, vehemente, caótica en muchas ocasiones, que muestra una pericia técnica deslumbrante por momentos y en muchos momentos. Y todo eso, sin embargo, o pese a todo, la convierte en una obra irritante (y uso este adjetivo en dos direcciones posibles: lo que irrita como regocijo y alegría artística; y lo que irrita como impaciencia y ofuscación). En definitiva, alcanza lo que muchas películas imperfectas han logrado y que será, sin duda, un lugar imperecedero en la vastísima historia del cine.

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