AÑO: 2023
PÁGINAS: 194
GÉNERO: relatos
Cuando uno admira a un autor, y en mi caso es devoción absoluta, un nuevo libro suyo llega a casa con expectación, curiosidad, atención, interés y con muchas ganas de ser devorado. Esta vez lo de devorarlo no ha podido ser y he tardado un poquito más de lo que suelo cuando una novedad me apetece tanto: tenía que buscar el rato seguido, el momento concreto (que no he tenido últimamente por cosas personales), y éste no ha llegado hasta este finde último. Y entonces sí lo he devorado para constatar, otra vez (y aún no salgo del flechazo) por qué Tocornal es uno de mis autores favoritos.
Es su primer libro de relatos, de muchos ya teníamos conocimiento (sin haberlos leído) por la cantidad de premios que habían logrado en diferentes certámenes y había muchas ganas de entrar en ellos para ver cómo se desenvolvía en este género. Ganas, sí, pero también curiosidad. Mucha curiosidad.
Y resulta que Tocornal también es brillante en el género “chico”. Su capacidad y abundancia narrativas, demostradas con creces en sus novelas, persisten en estos relatos breves: sigue estando la riquísima y variada galería de personajes estupendos; permanece también esa prosa (tan suya y única) zurcida que se encamina constantemente hacia la filigrana y la exactitud, con un vocabulario rico y variado; y, cómo no, en ellos no se abandona el juego constante entre la realidad y el realismo mágico, que en Tocornal ha sido siempre un entretenimiento brillantísimo para hablar todo el rato de nuestras tragedias cotidianas. Y para redondearlo todo, en esta colección de relatos nos encontramos con la exquisita perfección técnica: no sobra ni falta nada en cada una de las historias: todo lo que hay es pertinente y está por y para algo y donde la elipsis se encarama como reina absoluta para dar importancia a lo que no está pero se percibe y es relevante también.
Pero yo, además, descubro algo nuevo y que es más factible en historias de corto recorrido y no en una novela: la sorpresa, el asombro, la extrañeza que dan los argumentos con finales abruptos o abiertos y que en este libro abundan. Esos finales dejan en ascuas al lector, lo perturban hasta tal punto que éste se queda descolocado, pero no porque quiera saber más (que también), sino porque dan idea de lo estrafalario, irregular y grotesco que es el mundo que nos rodea, porque (no lo olvidemos esto nunca), las historias de Tocornal están siempre apegadas a una verdad cotidiana, aunque él ponga el espejo (y cómo nos mira desde ese espejo) en el estupor, en la extrañeza, en la sorpresa. ¿Y que es vivir sino aturdimiento, pasmo y milagro?
Sumemos a todo lo anterior la diversión y el esparcimiento (en cada relato hay una narración que juega con todos sus elementos y hasta se atreve, en varios casos, a retozar y enredarnos con la metaficción); y el humor marca de la casa (qué serían de las historias tocornalianas sin ese esparcimiento y jolgorio que hay siempre en sus historias o en las actitudes de sus personajes, que son caricaturas muy serias de todo eso en lo que nos estamos convirtiendo los seres humanos en el siglo XXI).
Pues sí, nuevo libro de Tocornal y nueva fiesta narrativa para sus admiradores. Qué gusto da toparse con escritores así que no te fallan nunca.
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