Una excelente película. Muy en la talla del mejor cine que bebe de un gigante de ahora: David Fincher. Es cine muy americano, pero en la mejor línea del mejor cine que nos llega de allí, es decir, ese cine crítico y profundo capaz de desnudar el alma o la idiosincrasia americana.
Es una película incómoda. Nos regala un guion en el que lo principal no se explica (los motivos de esa guerra civil), pero que ahonda en las consecuencias (desde el punto de vista del periodismo) de una posible desunificación tan factible como, quizá, ya posible en los EE. UU. en plena era ¿trumpista?, pero sin guerra civil aún. Y, claro, incomoda por lo que tiene de visionaria y de sibilina a la hora de retratar una realizable posibilidad inminente.
Es una película con atmósfera logradísima, de ritmo aparentemente pausado pero incansable en escenas en las que suceden muchas cosas, todas ellas embarazosas y temibles y que producen disturbio y espanto. Es, digámoslo ya, una película feroz y brutal en contenidos, que tiene un trabajo de dirección encomiable, pues este dota de un ritmo apasionante y muy lírico a una película que es ambiciosa en sus intensidades. Es, sí y también o sobre todo, una película bélica que se disfraza de pesadilla insurrecta y sediciosa y que el espectador contempla con horror por lo que tiene de viable en un mundo tan caótico y distópico como es este hoy que nos hemos construido. Y, además, cuenta con proezas técnicas de ese mejor cine estadounidense que nos regala, de vez en cuando, obras estimulantes, hondas y oscuras en significados y que desafían en todo momento al espectador provocándole intranquilidades y desasosiegos varios.
Tiene también esta estupenda película un grupo de actores espléndido, con una Kirsten Dunst apoteósica y merecedora de premios. Y hablando de premios, la película (para mí una de las mejores del año sin duda alguna) creo muy sinceramente que estará en la terna de nominaciones de los galardones más importantes del 2024 (y eso que no ha tenido mucha repercusión mediática. ¿Porque no conviene?, pregunta que lanzo y dejo en el aire) y, además, con todo merecimiento, pues insisto en que “CIVIL WARD” es una obra con potencia y nervio narrativos propios, que nace como una desazón estrepitosa y que es, en sí misma, toda una gesta técnica. Que sí, que nos narra una distopía, pero, madre de Dios, esa distopía es tan posible que produce un terror inmenso e inmediato. Uno la ve y ya no la olvida. Y eso que lo más vehemente e impulsivo de esta obra es su objetiva imparcialidad, que todavía asusta e inquieta más.
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