Es una "rom-com" (comedia romántica) que nos llega de Australia. Y aunque se encarga de cumplir con los clichés de este tipo de productos (chico conoce chica -gracias a un pezón, todo hay que decirlo-, chica y chico van y vienen y acaban juntos ¿y felices?), lo mejor de ella (aparte del perro lisiado -qué gran personaje este pobre perro-) es cómo juega a dinamitarlos.
Es una comedia irreverente, muchas veces con lenguaje escatológico delirante (a lo caca-culo-pedo-pis), absurda a más no poder y con personajes muy lejos de los estereotipos acostumbrados y con los que te desternillas a mandíbula batiente. Sólo hay que escuchar (muy atentos) los diálogos para darte cuenta de que aquí dentro todo es sabrosamente delicioso y disparatado, también descabellado o irracional y hasta insensato o extravagante.
La inmadurez delicada y deliciosa de TODOS los personajes (protas y secundarios) es un fiel retrato de los seres humanos en el hoy, incapacitados (aunque deseosos de estarlo) para amarse tranquilamente y sin sobresaltos o para renunciar a su independencia de solteros supuestamente acomodados. Muy atentos al personaje femenino principal: muy lejos de cualquier arquetipo en la comedia romántica.
No tienen desperdicio las diferentes situaciones que se van planteando en cada episodio: lo cómico aquí es siempre un catálogo de dobles/triples sentidos y nos regala una radiografía incisiva (y muy muy divertida) de una sociedad ahogada en los egocentrismos. Lo soez (con gracia ternurista y nunca empalagosa) es el leiv motiv de cada gag verbal o situacional.
No hay nada dentro de ella que no nos hayan contado ya, así que aquí lo que importa no es el qué, sino el cómo nos lo cuentan. Y se agradecen las sutiles diferencias. Yo me lo he pasado pipa, a carcajada limpia muchas veces. Así que deseando ya que llegue la segunda temporada (confirmada por los productores).