Título: “CUÁNTOS DE LOS TUYOS HAN MUERTO”
Autor: Eduardo Ruiz Sosa
Año: 2019
Páginas: 171
Género: relatos
Hay cotidianidad, filosofía y mucha literatura en estos relatos tan bien trazados como escritos, con una prosa en la que prima lo lírico y lo misterioso para hablar de uno de los grandes temas de la literatura: la muerte.
Aparecen las familias, también la violencia. Seres ungidos por la pérdida de alguien o alguna cosa. Personajes normales o cotidianos que son, en realidad, emblemáticos en esa intimidad que la prosa de Ruiz Sosa les roba para mostrarlos en sus tragedias. Son grandes seres porque son tan normales como todos lo somos. Y esa normalidad, a la que hay que subsistir, los convierte en eternos supervivientes o en malogrados perdedores, marcados por una cosa evidente: vivir supone tener heridas. La herida más clara: aquella que soporta el que sobrevive, que se cuestiona sobre quién será elegido por la muerte la próxima vez.
El lenguaje se reinventa en este libro, donde apetito narrativo y agudeza lírica se dan la mano en cada párrafo para construir una poderosa literatura que exige al lector una concentración en los detalles, que es donde está el ligamento enérgico que insufla poderío y disfrute a todo aquel que se adentra entre las páginas. La muerte no da tregua, quienes la respiran necesitan comprenderla y la prosa de Ruiz Sosa acomete la tarea de intuirla mientras busca nombrarla.
Todos los relatos tienen magia, poseen dolor y tienen la capacidad de dejarte noqueado. Me quedo con esa inteligencia de su autor para indagar en las intimidades y exponer, sin abandonar la lucidez o la poesía, algunos de nuestros destinos.
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Título: “LA ÚLTIMA VEZ QUE FUE AYER”
Autor: Agustín Márquez
Año: 2019
Páginas: 156
Género: novela
Termino de leer esta novela de Agustín Márquez y me instalo, de golpe, en aquellas sensaciones que tuve al leer “EL CAMINO” de Delibes o “NADA”, de Laforet, o “EL GUARDIÁN ENTRE EL CENTENO”, de Salinger. Las emociones de entonces, cargadas de ternura, mucho humor (del que luego te duele profundamente), de nostalgia y de congoja por lo que de espejo tiene en los recuerdos que acumulé en mi propia existencia, me asaltan cual puñetazo estomacal y cierro el libro emocionado, profunda y agitadamente sacudido.
Me han llegado esas dos voces que yo veo que me cuentan la novela: la del narrador y la del barrio. Ambas se solapan y me ofrecen una polifonía de susurros, de ecos de un pasado aún reciente, de vidas (personal y colectiva) cruzadas, pero llenas de soledad, de dolor, de vida desmadejada y cruel y repleta (también) de sueños arrancados en su individualidad. Y la suma de todo es un retrato luminoso en su oscuridad: la de un modo de vida que nos robaron con inquina, premeditación y alevosía.
La novela es un ciclo de viñetas que presenta el retrato de una generación (la mía, por eso me reconozco y me duele más aún ese introyecto en el que Márquez me sumerge) y el de una sociedad obligada a los cambios rápidos sin respiros para la adaptación. El escritor madrileño se limita a mostrar, no suelta panfletos ni pretende adoctrinar. Y el espejo o esa imagen que te devuelve su reflejo, es brutal, incisivo, penetrante y profundo en su aguijón.
Pero la trama, rica en recorridos subterráneos, se ensancha aún más en sus códigos manejados: el misterio, las familias con secretos, las amistades frustradas o la memoria como refugio y también como condena, logran la edificación de una novela de estilo lacónico (y profundamente poético), pero comprometido. Y es ese compromiso del autor con la realidad lo que, finalmente, acaba por convertirla en una novela formidable y completa en sus significados múltiples.
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TÍTULO: “NACIÓN VACUNA”
AUTORA: Fernanda García Lao
AÑO: 2017
PÁGINAS: 140
GÉNERO: novela
Partiendo de una quimérica ucronía, la novela se expande desde sus secuencias narrativas (cada una un bocado profundo, tales son sus zarpazos a la realidad que vivimos y a los seres en los que nos estamos convirtiendo) hasta formar un armazón argumental delirante, perverso, apocalíptico. La prosa estricta, puñetera, perfilada y sutil nos muestra el horror de un mundo onírico que asusta por su franqueza y veracidad. Y el que no quiera verse aquí dentro es porque mira, temerosa y cobardemente, hacia otro lado que no existe.
La originalidad, además, no está solo en la manera en la que se presentan esos zarpazos, sino también en cómo se enmascara lo narrativo tras el humor. Un humor, por supuesto, cruel (de lo negro que es), fiero y desconcertante porque descoloca (y esto es genial) al lector, que sonríe y hasta se ríe en mitad del horror y, por tanto, percibe mejor la intención crítica de su discurso sobre el totalitarismo y sobre los gobiernos de hoy con sus poderes mediáticos y burocráticos (y conste: sin panfleto. Que aquí hay una narradora sutil y única en esa manera que tiene de revelar -un desnudo sin pudor- esta sociedad nuestra que se traga sin miramientos las falsedades que ella misma se autofabrica).
Y luego están los personajes. Lo mejor desde mi punto de vista. Los personajes y sus relaciones afectivas (lo de afectivas habría que ponerlo entre comillas). La escritora argentina parece dar respuesta a la pregunta de cómo afecta al ser humano este mundo construido a base de propagandas, “fake news”, vigilancia de la información y gobiernos que obstruyen y entorpecen las vidas privadas de sus ciudadanos. La respuesta la da a través del movimiento y la construcción de unos personajes (tratados por los de arriba como ganado) que aparecen auscultados tan íntimamente que duele verlos deambular entre las páginas. Y de paso, las miserias familiares emergen como protagonistas. Aquí ni las madres se salvan. Uf.
Fernanda García Lao escribe desde las entrañas, con las tripas, como si estuviera recién sacada de entre los hierros de un accidente de coche. Su imaginación (encrespada, enloquecida, delirante, hasta rabiosa y desesperada) consigue una lucidez loable y nos regala una novela inmensa repleta de curvas muy peligrosas y en la que la pasmosa voz de su narrador se sumerge en una espiral que nos mantiene en vilo desde la primera hasta la última página.
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Título: “EN LA COLINA”
Autor: Francisco Diaz Klaassen
Año: 2019
Páginas: 125
Género: novela
¿Se puede construir literatura sorprendente sobre un tema trillado? Sí, Díaz Klaassen lo logra. ¿Cómo es posible con un tema -que no es otro que el despecho amoroso por culpa de los cuernos que tu mejor amigo y tu mujer te ponen- manido y desgastado hasta la saciedad? Pues es posible porque este escritor chileno tiene estilo, personalidad y una originalidad desbordantes.
El estilo de la novela es telegráfico. Los párrafos no tienen más de tres/cuatro líneas. La prosa, de esta manera, aparece picada como mordedura a los ojos del lector, como si disparara balazos constantes. No hay tampoco más de una frase en esos afilados fragmentos. Es un riesgo esto, pero el autor sale indemne pues consigue una especie de poema (largo y prosaico) repleto de exactitud y de una claridad no exenta de metáfora incisiva. El resultado: novela muy de ahora, a la vanguardia. Narrativa que da un salto hacia delante.
La originalidad de la novela también se ensancha porque la temática trillada se convierte bajo la pluma de Díaz Klaassen en una materia-tópica desvirtualizada de vulgaridades, aparece renovada y donde el humor (negro negrísimo, tan negro que escuecen sus ironías impresionistas e hipocondríacas) acaba siendo un protagonista importante como antídoto redentor sobre la desgracia que se cuenta.
Y, por último, es una novela original: por todo lo anterior, pero también por esa mixtura de minimalismos varios que son tratados como subtemas en la trama principal. Aparecen las familias rotas, la sexualidad animal o de instintos, la crítica a un país que no se encuentra, los escritores malogrados…, todos ellos temas englobados dentro de una cápsula que, en realidad, lo que hace es describir el desencanto (el amoroso, principalmente; pero también el existencial).
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