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CUATRO PELÍCULAS FRANCESAS RECIENTES


“DOS MUJERES” (Francia, 2017), de Martin Provost


Película-lucimiento, escrita para que dos actrices (de dos generaciones bien diferentes del cine francés) resplandezcan. Y la película lo logra, claro: ambas están superlativas.

Aparte de este dato fundamental, toda la trama de la película adopta un tono (el del sarcasmo) que hace que (y esto podría haber sido un pastelazo morrocotudo) lo que se cuenta dentro de ella sea verosímil y presentado con un naturalismo (muy francés, por cierto) que se decanta por la ternura y la delicadeza en los detalles. Así, la radiografía dramática de estas dos mujeres aparece desnudada en una espléndida humanidad que, en varias ocasiones, te saca la carcajada en mitad de la visceralidad de algunas circunstancias y una sonrisa permanente para que un espectador agradecido (como yo) quiera seguir descubriendo secretos de estas dos mujeres antagónicas y de temperamentos bien diferentes. Estos dos conceptos sobre la vida, en lugar de enfrentarse, se unifican mostrando que dos caras de una misma moneda pueden complementarse, aunque aparentemente no lo parezca. Y, al final, lo que queda (además de ese regusto de ver a dos gigantescas damas de la pantalla) es un afable y complaciente retablo (visualizado con naif inteligencia) de temas universales sobre la familia y los estragos del tiempo.


“EL HIJO DE JEAN” (Francia, 2016), de Philippe Lioret


Hay películas cuya nobleza termina por convertirse en la auténtica protagonista. Este año se estrenó la estupendísima “MANCHESTER FRENTE AL MAR” y esta francesa me la ha recordado en cierto sentido. Ambas (aunque la americana está muy por encima de la francesa) se concentran en contarnos las relaciones humanas en diversas vertientes.

“EL HIJO DE JEAN” bordea constantemente, como la americana, lo culebronero en plan tv-movie de sobremesa en Antena 3 los sábados a la hora de la siesta. Pero nunca traspasa la línea para caer en lo cutre, el cliché o lo inverosímil a lo Danielle Steelle.

Esta película francesa va ganando conforme su metraje avanza, y el juego entre el thriller (muy particular su modo de crear intriga) y lo sentimental acaban por pespuntear una película muy buena (y amable, y distinguida, y seria) sobre la familia y la identidad. Bien interpretada (con un estupendo Pierre Deladonchamps), concisa en sus introspecciones psicológicas y repleta de recursos sencillos, “EL HIJO DE JEAN” acaba por ser otra de esas películas francesas dignas de ver que pasan por las carteleras sin pena ni gloria. Y, una vez más, el cine francés me ofrece un rato estupendísimo frente a la pantalla de mi casa.

Posdata: de esas películas que te permiten ahorrarte unas cuantas sesiones de psicoterapia.


“UN AMOR IMPOSIBLE” (Francia, 2018), de Catherine Corsini


El tiempo deteriora y desgasta. Y esta película hermosa (a la que le sobran minutos y es su único punto negativo) habla de ello a través de una de las reivindicaciones femeninas más hondas que yo he visto en el cine. Aunque en apariencia podría ser un culebrón, el personaje femenino central (un estupendo personaje atrapado en el despotismo, la exigencia, las desigualdades sociales y en esa creencia de que la mujer es quien se tiene que sacrificar en una relación sentimental) es un potente y profundísimo retrato femenino. Aparentemente convencional, pero solo en apariencia, la película es morosa en los detalles, pero siempre sutil y combativa con cero demagogia.


“CUSTODIA COMPARTIDA” (Francia, 2017), de Xavier Legrand


Película que va directa al estómago del espectador. Y de ahí a su cerebro. Gran trabajo de Xavier Legrand en su primera película como director: sabe a la perfección cómo contar su película de una determinada manera (y el espectador acaba comprendiendo que no podía contarse de otra). A tener muy en cuenta. Seguiré con ganas su filmografía. Aquí apuesta por un tema peliagudo que en otras manos podría haber desembocado en un panfleto.

Rodada con acritud, de manera directa, casi fría (pese a que lo que está ocurriendo dentro sea una olla a presión que puede explotar en cualquier momento), lo mejor de toda ella es su GIGANTESTA AUTENTICIDAD y su escritura soberbia para exponer la realidad.

Sutil, incómoda, lúcida y tensa. Todos estos elementos la convierten en un melodrama encubierto por el que asoma una intriga que se encamina, minuto a minuto, hacia el terror. No hay ni una sola licencia hacia la manipulación sentimental: aquí todo es tierra y realidad a base de puñetazos de realismo social.

Y me reafirma en una opinión que he tenido siempre muy clara: la ley de guarda y custodia compartida debe ser reformada y aplicada de manera personal para cada caso, que debe ser estudiado como único y diferente al resto. No se pueden meter dentro de un mismo saco todas las situaciones. Y todas ellas deberían ser estudiadas y analizadas en profundidad individualmente. Porque detrás de cada reivindicación personal hay una historia y una verdad y hasta una verdad mentirosa. Y un ser humano con defectos y virtudes, pero un ser humano. Y basta ya de que LOS HIJOS sean siempre los más afectados.

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