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CUATRO PELÍCULAS TAN INTERESANTES COMO NOTABLES EN LOGROS



 

“LITTLE JOE” (Austria, 2019), de Jessica Hausner

 

          Una de las películas más siniestras que he visto en mucho tiempo. Suspense y mal rollo a plena luz del día. Y no, no es una película del género terror. Aquí lo tenebroso viene por el lado psicológico y por lo que de distópico tiene el planteamiento argumental. Toda la trama gira en torno a un “algo va a pasar” y logra ser tan inquietante como turbadora. Y consigue nutrir un equilibrio hermosísimo entre intenciones y resultado. Se nota que está hecha con poco presupuesto, pero utilizado este al máximo rendimiento.

          Está rodada con exquisitez: en ella el decorado, el vestuario, el sonido o su diseño de producción son preciosistas y otorgan significados varios a todo el entramado narrativo. Basada en las emociones, todo lo que aparece en la pantalla (espléndida fotografía gélida -pero llena de belicosos colores- y amenazadora) es refinado y deja poso en el espectador, que asiste embelesado a una historia que lo obliga a pensar, juzgar y hasta a posicionarse.

          Es un trabajo de dirección inmejorable. El guion podría haberse pespunteado un poco más, sobre todo en la resolución o escenas finales o en la profundización del tema central: la legitimación de la felicidad. No obstante, esta “invasión de los ultracuerpos” en transcripción planta vegetal es una inquietante alegoría o parábola social sobre la pérdida de emociones en la época actual y la búsqueda de paraísos artificiales como sustitutos.

          Me ha encantado. Me ha maravillado. Ha logrado que tiemblen mi cerebro y mis emociones.

          Posdata: el trabajo de la actriz protagonista (Emily Beecham) es magnífico.

 

“UN BLANCO, BLANCO DÍA” (Islandia, 2019), de Hlynur Palmason

 

          ¿Puede nuestro interior psicológico mostrarse en una pantalla? Esta película repleta de porte y estilo es un ejemplo de que sí se puede.

          Un hombre, recientemente viudo y abuelo al cuidado de una nieta, es el protagonista de la historia. Es un personaje tan bien trazado como interpretado de manera hipnótica por el actor que lo reencarna con sutileza y matices generosos. Tan rico, tan atiborrado de aristas, este hombre deambula en la cotidianidad intentando aceptar su nueva situación hasta que descubre secretos que lo hacen reaccionar poniéndose en peligro a sí mismo, pero también a los que le rodean.

          Cada sentimiento profundo del protagonista se corresponde con un estado de la naturaleza islandesa (tan especial y particular y así lo muestra a la perfección la película). Desde la lluvia o la nieve o el viento, hasta las rocas que se desprenden y caen en las carreteras estorbando el fluir del tráfico. Esos sentimientos (y los paisajes que los metaforizan) están mostrados con un estilo narrativo enérgico, muy sutil y repleto de toneladas de talento. Un estilo que apuesta por el thriller de venganza, pero que en realidad revela una lúcida y desgarradora tesis sobre el sufrimiento y sobre la impotencia que causa ese dolor.

          Todo aquí dentro es austeridad. Y toda esa aspereza es mostrada con formas y condiciones a través de un trabajo de dirección espléndido y que augura una carrera cinematográfica que apetece mucho seguir.

 

 

“EN LA SOMBRA” (Alemania, 2017), de Fatih Akin

 

Su primera parte es un puñetazo directo a las entrañas. El espectador que he sido la contempla con un nudo inmenso en el estómago y comprendo -como padre- el desgarro del personaje central. La segunda parte -un juicio- me sirve para comprobar que la justicia se ejerce sobre matices tan delgados que los que no estamos dentro no alcanzamos a comprender por la ilógica de ciertas argumentaciones y, por desgracia, te quedas con la sensación de que la sinrazón parece morderlo todo y que la justicia puede ser de todo menos justicia. Y la impotencia que sientes, la película la muestra muy bien (con trucos argumentales incluidos). Y la tercera parte te obliga a replantearte dónde te posicionas moralmente ante las decisiones que la protagonista toma.

Tiene una actriz entregadísima y creíble (una espléndida Diane Kruger), una dirección solvente (aunque definitivamente tramposa) y una resolución argumental valiente y controvertida. Pero, con sinceridad, creo que la dimensión ética que quiere alcanzar (sobre temas peliagudos como el terrorismo o el racismo) necesitaba un enfoque menos borroso y manipulativo.

Con todo, película buena, bastante decente y muy honesta. De esas historias que dan para debatir.

 

 

“LA AUDICIÓN” (Alemania, 2019), de Ina Weisse

 

          Directora y actriz protagonista se tiran por un acantilado muy peligroso con osadía, sin reservas. El logro es una película notable, por momentos muy buena (su primera hora es excepcional), que tiene un personaje dentro tan tarado o psicótico (es inevitable juzgarla), que produce inmediatos sentimientos encontrados, con los de rechazo y aturdimiento a la cabeza. Pero es de ese tipo de rechazos que atraen soberanamente y el espectador, subyugado por lo que hace y no hace, dice o calla esta perturbadora señora, queda atrapado y deseando seguir conociéndola.

          La película es gélida y seca aposta (¿recuerdan “LA PIANISTA”, de Haneke), busca la incomodidad del espectador, parece no tener estilo y resulta que nos engaña finamente para regalarnos fondo y forma hermanados y convertirse en una propuesta con tensión, misterio y mucho de drama y crítica para desnudar a la clase burguesa acomodada, tal y como hizo casi siempre el admirable cine de Claude Chabrol y que aquí me lo recuerda varias veces, incluyendo esa parte intelectual que poseía el director francés.

          Nunca cae en los códigos del variado cine de género a los que apunta y esto desconcierta y mantiene en tensión al espectador durante todo el rato, que espera unas cosas y se acaba encontrando con otras. La penetración en la psique del personaje femenino central es de una hondura exquisita y la película nunca la juzga, sólo nos la muestra y deja que la veamos moverse en sus cotidianidades. Y nos ofrece unos planos primerísimos de una actriz espectacular y decididamente valiente que se entrega en cuerpo y alma, siempre rozando el peligroso filo de lo ridículo sin caerse ni una sola vez. Nina Hoss consigue uno de los retratos femeninos más turbulentos del cine reciente.

          He hablado al principio de película notable. No tiene el sobresaliente porque en su parte final narra algunas situaciones demasiado rebuscadas y por momentos poco convincentes que descentran un poco y bajan el listón de todo lo mostrado hasta entonces. Aún así, disfrutable toda ella si sumas todos sus logros.

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