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  • salva-robles

"DEJE SU MENSAJE DESPUÉS DE LA SEÑAL", de Arantza Portabales


AÑO: 2018

PÁGINAS: 266

GÉNERO: novela


Hay que tener cuidado con un libro como este. Se corre el riesgo de juzgarlo por su título, por su portada, por su sinopsis o por prejuicios feministas (que de todo hay en la viña del Señor, como diría mi madre). Y digo lo de tener cuidado porque si enjuiciamos sin adentrarnos entre sus páginas, posiblemente nos decantemos por no leerlo y entonces nos estaríamos perdiendo una novela potente en forma y fondo, una novela que engancha y te atrapa, una novela que juega muy bien sus cartas y que acaba dando lo que promete y no proporcionándonos gato por liebre.

La autora juega constantemente en los bordes de los precipicios. Se podría haber resbalado en cualquier momento, pero su destreza narrativa (se nota un trabajo previo importante en su estructuración y en la documentación sobre las cuatro tramas diferentes) acaba sorteando los peligros y saliendo victoriosa de todos los envites en los que se mete, esquivando multitud de clichés que podrían haber convertido esta novela en un paquete de desvaríos propagandísticos o demagógicos.

Cuatro protagonistas, cuatro mujeres atravesando cada una un drama diferente en su momento más álgido, cuatro seres humanos incapacitados para la comunicación y, sin embargo, con torrente verborreico en eso de crear monólogos frente a un contestador telefónico, un correo electrónico o mensajes de móvil. Es en esos monólogos donde vamos conociendo sus lamentos y, al mismo tiempo, se destapan sus estados internos (gran trabajo también por parte de la autora a la hora de trazar cuatro retratos tan diferentes y profundos a la manera de tesis psicológica, pues las cuatro muy bien podrían ser radiografías de variados estados emocionales que tienen mucho que ver con el ahora, con este presente en el que andamos tan perdidos y desnortados, seamos mujeres u hombres).

La novela es como abrir una caja que contiene cuatro puzles diferentes. Cada capítulo (de cortísima extensión) representa una secuencia que es una pieza que el lector irá uniendo a medida que lee y pasa las páginas. De esta manera, este lector se convierte en un descifrador y su mente lectora tendrá que ir uniendo las distintas piezas para completar los cuatro puzles, que, por arte de magia y porque la vida es un cruce de caminos y Arantza Portabales una gran arquitecta narrativa, se unen en uno solo, formando un mosaico completo de cuatro vidas que son la misma, pues todas estas mujeres padecen, finalmente, idéntica enfermedad: se sienten solas y la incomunicación con el otro las ha dejado varadas y por ello sufren y gritan de manera callada a un interlocutor fantasma.

A mí me gustan las novelas psicológicas. Me atraen esas historias que, desde la verdad, me cuentan los estados internos de los personajes que las protagonizan. Me llenan esos argumentos donde el menos es más y que se apegan a la autenticidad del hoy, a esos padecimientos que tenemos todos y a los que, normalmente, no les ponemos nombres o palabras. La autora gallega es contundente y cínica y hasta muy lúcida en eso de retratar nuestro presente. Los dramas de estas mujeres son dramas de verdad y nos los creemos porque los tenemos muy cercanos o los padecemos directamente. Pero que nadie se asuste creyendo que aquí dentro sólo le van a dar hostias para que espabile. Arantza Portabales sabe vapulearnos con inteligencia y un finísimo (y a ratos desternillante) humor disfrazado de ironías varias o de situaciones muy en el tono de las comedias protagonizadas por Hepburn, Stanwyck o Lombard. Y, gracias a ello, todo lo que hay entre las páginas se tolera, se asume y se chequea mejor. La novela se devora, por cierto. Si entras en ella y aceptas su juego y sus pequeños retos, ten por seguro de que vas a pasarte unos buenos ratos. Pasen y lean.

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