AÑO: 1997
PÁGINAS: 168
GÉNERO: relatos
Me han gustado muchísimo los nueve relatos de este libro. Nos narran todos ellos los mundos interiores (curiosos y cautivadores) de sus protagonistas. Son personajes que viven esclavizados por sus fantasías y/o perturbaciones (más lo segundo que lo primero). Parecen todos criaturas infantiles, que han madurado mal o de manera extraña por culpa de la vida (¿quién de nosotros madura del todo?). En cada personaje el lector no puede evitar encontrar resonancias o identificaciones (otra cosa es que lo reconozcamos).
Hay en el estilo de esta estupenda narradora un buceo constante en encontrar la palabra justa, se le nota un compromiso ético a la hora de describir nuestra realidad (la cotidiana, pero insiste, sobre todo, en la que escondemos), que en este libro tienen a la mujer y la sexualidad como principales dianas sobre las que poner la crítica. En algunos relatos, la autora se lanza con riesgo sin temer a la caída y sale siempre airosa a través de una finísima ironía y un sutil humor. Es una narradora inmiscuida en el hoy, en desmantelar las masculinidades, en un feminismo consciente y nada radical o vengativo (y muy adelantado al de hoy: este libro lo escribió hace 25 años).
Detrás de cada historia patética de estos relatos, hay también mucha sensualidad y cierta ternura por sus criaturas, usando siempre un lenguaje cercano, directo y con capas subterráneas que el lector capta y agradece.
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