DOS EXTRAORDINARIAS PELÍCULAS DE DOS DIRECTORES POTENTES
- salva-robles
- 3 may
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“LOVING” (USA, 2016), de Jeff Nichols
Un clásico instantáneo. Una hermosísima película. Como ocurre con la mirada que el pintor Edward Hooper nos muestra en sus cuadros, la cámara de Nichols entra sigilosa y discreta en la vida privada de este matrimonio interracial y en su lucha (íntima y ética) por lograr el derecho a estar juntos. El enfoque de la mirada fílmica se dilata con una pulcritud y limpieza estilísticas en los detalles de manera magistral y el pudor -hecho obra de arte- se erige en absoluto protagonista. Duele la contemplación mutua (amorosa y repleta de miedos) de dos actores que bordan dos personajes antológicos. Y la pantalla se llena (la desborda) de un melodrama en estado puro. El director Jeff Nichols alcanza un cénit milagroso y ratifica que, hoy por hoy, es uno de los más grandes. Sigo su carrera con devoción y en cada nueva película el talento no decrece, todo lo contrario. ¡Uf!
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“EL BLUES DE BEALE STREET” (USA, 2018), de Barry Jenkins
El Wong Kar Wai estadounidense vuelve a bordar, tras la magnífica “MOONLIGHT”, otra extraordinaria oda al cine lírico. Envuelta en una fotografía que crea atmósfera pulida y una banda sonora preciosista que dota de emoción a la ya de por sí emotiva historia, la película se engrandece por un concepto narrativo de un cineasta que sabe como nadie dotar a sus narraciones de personalidad y en las que lo sensorial se convierte en el auténtico protagonista. Da la impresión de que la cámara cuando capta a sus personajes se mete dentro de sus corazones y, por ende, en el del agradecido espectador que pasa dos horas ahogado en emociones variadas.
Pero Jenkins no sólo es un director dotado para crear arte mayúsculo y muy sugerente; además, tiene una cabeza muy bien amueblada y nos brinda un nada (nunca, jamás) demagógico alegato contra la injusticia racial con una historia de hondísimo (y devastador) calado social que, asimismo, se recubre de una poderosa, tiernísima y maravillosa historia de amor.
La creatividad de este director parece no agotarse. Y opino que nadie hoy crea un cine tan trascendente e hipnótico como el suyo. Chapeau.
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