“VARADOS EN RÍO”, de Javier Montes
Año: 2016
Páginas: 305
Género: que lo diga André Gide
Los lugares míticos que como turistas queremos visitar están idealizados en nuestras retinas. A veces, por las imágenes repetidas con las que el mundo tecnológico de hoy nos bombardea; a veces, por los libros que leemos o porque el cine nos los acerca, y ya se nos quedan grabados de tal manera que no saciamos nuestra curiosidad hasta que nos inmortalizamos en esos lugares con nuestras pintas de turistas cuadriculados y nuestras cámaras digitales de última generación.
“Varados en Río” (¡vaya título más precioso para un libro!) tiene la virtud de vapulear los géneros, una forma singular de jugar con la narración para convertirse en algo más que una crónica de viajes o un ensayo. Tampoco es una novela, pero… ¿por qué no podría serlo? Javier Montes, inteligencia a raudales aparte, muestra un modo de narrar tan singular como adaptado a las particularidades que lo narrativo aborda como juego virtuoso en la literatura de hoy.
¿Qué es, entonces, “Varados en Río”? Para un voyerista como yo, viene a ser una crónica detectivesca (disfrazada de ensayo metaliterario) de un escritor que busca y bucea en la ciudad de Río las huellas que quedan y/o dejaron cuatro escritores que llegaron a esa ciudad (mítica) para encontrarse en un exilio en el que lo que vivieron no fue lo que pensaron que iban a vivir al llegar a ese lugar. El Río de Rosa Chacel (pluvioso, gris, fantasmagórico); el Río de Manuel Puig (ávido de secretos genitales y sensuales); el Río de la poetisa Elizabeth Bishop (displicente y espurio); o el Río que eligió Stefan Zweig para suicidarse junto a su segunda esposa…, es radiografiado por Javier Montes para (de)mostrar que los lugares que habitamos son al mismo tiempo lugares e ideas, imágenes y deseos. Un lugar es lo que nosotros sentimos en él; y no sólo lo que vivimos, sino también lo que percibimos. Y a ese lugar al que llegas, se le añade toda tu vivencia anterior que, por si fuera poco, es el lugar de un exilio. Como dice el propio autor: “Cada desterrado escoge y crea su versión del lugar donde le ha llevado su viaje”.
Con una prosa de envidiable naturalidad (poética en muchos momentos, reflexiva siempre), Javier Montes busca un lector al que quiere hacer más inteligente. Dan ganas (enormes, irremediables) de ponerse a leer de nuevo a los cuatro escritores cuyas huellas protagonizan estas páginas sutiles y de apasionante lucidez narrativa.
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“VARIACIONES ENIGMA”, de André Aciman
Año: 2017 (publicada en España en 2019)
Páginas: 315
Género: novela
Imaginemos una canción. Toda canción tiene sus partes: introducción, tema, interludio, solo instrumental, estribillo y coda. Según la canción, esas partes pueden variar su orden. Pues eso es “VARIACIONES ENIGMA”: una narración sobre el amor y sus multiplicidades vistos desde la visión de Paul, el protagonista de la novela. Y el escritor nos lo cuenta como variantes de una misma canción.
Hombres (varios) y mujeres (varias), sin números excesivos, pero que suman esas relaciones que más o menos tenemos todos en nuestra vida, llegan a, pasan por, se quedan en y se marchan (o no) de la vida de Paul. Y la novela explora de forma espléndida, con minuciosidad radiográfica, los procesos del sentimiento amoroso. Y lo hace desde la verdad dolorosa que todos constatamos (antes o después): el amor es SIEMPRE devastador. Nunca te deja intacto. André Aciman coloca en palabras lo que todos sentimos y vivimos pero que no sabemos cómo expresar. Ahí está el mayor logro de esta novela inteligente y seductora: es un profundo análisis “sintáctico” del amor, donde el erotismo, las emociones, los recuerdos y nuestro cuerpo terminan siendo los grandes motores que mueven la novela.
Hay partes desiguales, quizá la peor sea la segunda. Pero no importa porque esa parte menor está protegida por un comienzo (toda la primera parte: “Primer amor”) y una continuación (la tercera parte: “Manfred”) sublimes. Y luego un cierre (es un decir) a la altura de esas dos magníficos introducción e interludio.
Es una novela penetrante y sutil: creo, sinceramente, que pocas veces nos han descrito mejor los vaivenes del deseo sexual y las pulsiones de nuestra entrepierna. Y lo mejor, a modo de conclusión final, la sensación que se te queda al cerrar el libro: pocas veces se ha escrito con este calado sobre los “quizá” del corazón.
Eres un crítico literario apasionado, perfeccionista y maravilloso, porque la literatura eres tú. Y es apasionante leerte. Pero yo, salvo a ti, ya no voy a leer más nada nuevo, Salva. No me da la vida y prefiero recordar, repasar y revivir todo lo ya leído en mi vida.