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  • salva-robles

DOS OBRAS MAESTRAS DEL POETA DEL MANGA JIRO TANIGUCHI




AÑO: 1994

PÁGINAS: 272

GÉNERO: novela gráfica


Con una estructura clásica ya vista en muchas narraciones o películas, Taniguchi juega a rememorar el pasado desde el presente. La premisa es el fallecimiento del padre del protagonista y este, durante el velatorio de su progenitor rememora su vida hasta ese entonces gracias a varios personajes que toman voz y narran recuerdos. Esas voces estallan en la cabeza del hijo pues descubre que el pasado, muchas veces, no fue como uno lo recuerda. La evocación se hace protagonista en la mente del personaje central y la novela gráfica parece que se hace la gran pregunta sobre la lucha que existe entre nuestra mente y nuestra conciencia. La mente es nuestro ego, que con su carga de mecanismos asimilados, puede lograr descarriarnos de la verdad, sea esta la que sea. Así, la narración va fluctuando sobre diversos momentos en la trayectoria vital de su protagonista y este accede a otra mirada, a examinar su vida desde otros ángulos y a reconocer a su padre o a su madre como personas bien diferentes de las que pensaba que eran. Proyectar el pasado es como el eterno retorno a aquello que fuimos o nos hizo ser lo que somos hoy.

Los personajes destilan ternura, son conmovedores. Y los temas fluyen para eclosionar todos en uno: la importancia de los afectos. Y, entonces, ocurre que la verdad es descubierta: el sufrimiento nunca se supera. El protagonista adulto comprende que es ese niño que no ha superado la ausencia de su madre y que ha crecido echando la culpa de ese abandono a la persona equivocada: su padre. Tormento, remordimiento y rencor dan luz a un “darse cuenta” posiblemente sanador o, cuando menos, reparador. Es inmensa la ternura que acaba sintiendo el lector al comprender al padre y al hijo descaminado.


“UN ZOO EN INVIERNO”

AÑO: 2007

PÁGINAS: 232

GÉNERO: novela gráfica


El protagonista de esta historia es un alter ego de Taniguchi. Quizá no representa fielmente la realidad de su autor, pero, sin duda alguna, relata vivencias y emociones muy cercanas a la autobiografía.

La novela narra los primeros años de aprendiz de dibujante manga del protagonista, pero lejos de centrarse en la parte artística, que también, la narración fluctúa hacia la vida en general y, finalmente, el lector se percata de que todo lo narrado es como una educación sentimental de un personaje que se hace adulto a través del aprendizaje recibido.

El alter ego de Taniguchi es un joven idealista, que no tiene muy claro todavía por dónde tirar con su vida, aunque sí quiere dibujar manga sea como sea. La ingenuidad es, quizá, su rasgo más característico y esto lo muestra el autor con su distinguida y delicada ternura a la hora de manifestar las turbaciones humanas.

La obra está repleta de personajes secundarios riquísimos, que revelan una galería humana variopinta. Esa galería nos da una imagen muy diferente del japonés medio anclado en viejas tradiciones.

Aquí vuelve a estar el tono contemplativo y pausado que caracteriza a Taniguchi y que tanto me recuerda al maestro Ozu.


Ambas novelas gráficas están contadas con dibujos que destilan claridad y en viñetas que muestran cualquier detalle por mínimo que sea. Es exquisito el trabajo de la imagen, que siempre es desbordante en su documentada contextualización. Así, el paso de los años se percibe en objetos, en trazados casi invisibles en los personajes para ir aparentando edades diferentes, en detalles que exponen hasta el ambiente social, económico y cultural de los personajes.

Sigo gozándolo este descubrimiento. Qué genialidad de autor. Cuánto estoy disfrutando. Y lo mejor: tiene una obra amplia y variada. Así que yo feliz porque me quedan muchos ratos de buenas lecturas.

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