AÑO: 2021
PÁGINAS: 326
GÉNERO: novela
Me he terminado de leer una novela que sé que muchos de vosotros la calificaríais de mediocre (sin haberla leído, habiéndola leído unos pocos). Yo he caído rendido en el sentido de que he sido feliz leyéndola, descubriendo las intenciones estilísticas y temáticas y conociendo a sus personajes protagonistas, que son cuatro, y que me han enamorado justamente por sus imperfecciones.
Y constato, una vez más, que a mí hoy día (con tanto libro inane o inflado o banal y vacío) lo que más me gusta leer son historias donde veo las costuras psicológicas de nuestros comportamientos. Y que eso me lo cuenten con sencillez, con un estilo limpio y una prosa directa sin alaracas ni subterfugios prepotentes, me llena por completo. No es una de las mejores novelas que he leído, pero es literatura sincera, literatura que me aporta. Tampoco es una obra redonda (su primera parte es infinitamente mejor que su tramo final, ya que el desenlace parece que contradice el espíritu y las idiosincrasias de sus protagonistas y hasta podría tacharse de pegote). No tiene una historia original dentro (aquí lo que leemos es el interior de los personajes y cómo expresan o revelan ese interior al dialogar con los interlocutores que los circundan). No tiene realmente nada deslumbrante dentro. Y, sin embargo, la novela me arrastra hasta caer rendido por culpa de los dos retratos femeninos, y con menos protagonismo, el de los dos masculinos que me encuentro dentro de sus páginas.
Me ha encantado conocerlos, he empatizado con ellos, he querido descubrir cada vez más cómo son sus tripas. En el fondo, creo que lo mejor de esta novela es la radiografía (para mí extraordinaria) que logra hacer de la hecatombe sentimental en la que el ser humano anda perdido, esa alienación desasosegante en la que nos ahogamos al nadar a diario en el mar de nuestras frustraciones y desencantos, aunque, aparentemente, lo tengamos todo. Quizá la gran pregunta que se plantea la novela es: ¿y por qué hay que ser felices si la felicidad no nos hace felices? Los personajes, los cuatro, están muy bien delineados, tienen poso y enjundia, tanto es así que transpiran la zozobra que nos rodea por todas partes, aunque la tapemos con las cotidianidades tramposas que nos hemos construido. La gran insatisfacción existencial queda impresionada con excelente, eficaz y lúcida veracidad y mucha precisión. Y luego está el amor: Rooney logra rigurosas autopsias de las relaciones sexuales y sentimentales en plena era de las hipercomunicación tecnológica. Sus personajes buscan obsesivamente el amor, pero no uno cualquiera: ellos quieren el incondicional. Y, claro, el batacazo por los naufragios que esto genera es aún mayor.
Dicen de su autora que es la gran retratista de los millenials, que es quien ha sabido darles voz. Bueno, las etiquetas son lo que tienen, que parcelan y buscan grandes titulares sonoros y rimbombantes. Sea como fuere, Sally Rooney (novela a novela) va construyendo un universo coherente cada vez mejor expresado. Me he leído sus tres novelas publicadas hasta el momento y esta es, sin duda, la más madura, mejor confeccionada y la que creo que está mejor hilvanada (pese a ese lacio e inconexo final, como dije antes). Esta autora cada vez escribe mejor y yo voy a seguirla porque intuyo en esta tercera entrega que se va acercando, felizmente, a la construcción y parto de una obra poderosa y, a lo mejor, muy buena. Talento tiene en abundancia y esta gran obra futura podrá llegar en cuanto logre limpiarse ciertos manierismos, ciertos tics descriptivos innecesarios y pula un poquito más los diálogos o pode ciertos párrafos que alargan innecesariamente la novela (aquí un buen corrector o editor podría -y debería- ayudarla).
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