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“EDDINGTON” (EE.UU., 2025), de Ari Aster

  • salva-robles
  • hace 4 horas
  • 2 Min. de lectura
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Pese a que es una película irregular en ritmos, demasiado larga y que quizá florece excesivamente ambiciosa a la hora de abordar tantos temas, ya quisiera yo toparme con más frecuencia obras de este tipo tan clarividentes en eso de RETRATAR EL PRESENTE y a los seres humanos tan descarriados y/o desnortados dentro de él.

A los que nos gusta el cine soterradamente crítico de los hermanos Coen o la violencia sangrienta de Tarantino, aquí dentro hay un director que ha mamado de sus películas y ha aprendido mucho de ellas sin perder o sin dejar de aportar el artista su propia idiosincrasia. Lo mejor de “EDDINGTON” es cómo desenmascara, sin pudor alguno, la decadencia social y moral estadounidense avalada por el trumpismo. No hay piedad en Ari Aster a la hora de denunciar el desquiciamiento en el que se mueve ahora mismo EE.UU. y su película no solo retrata eso, sino que es también enloquecida en su estructura e intereses narrativos a la hora de abordar los temas.

En realidad, el argumento parece una pesadilla a medida que va avanzando su (ya lo he dicho arriba) excesivo metraje. El caos se va apoderando de la pantalla: de los personajes y de las situaciones, sobre todo. Y ese todo está al servicio de la provocación, pero una provocación nada insubstancial o vacía. Hay audacia en muchos tramos y donde más se percibe es en la manera de reubicar los géneros y en su propósito de brincar al despiste con ellos. Así, “EDDINGTON” es un western, una sarcástica sátira política, una comedia negrísima o un episodio prolongado de “LOS SIMPSON” o de “SOUTH PARK”.

Paranoias conspiratorias, posverdad, preguerra civil, el miedo, el futuro digital, el caos en la era del COVID-19, las fake news, los antivacunas…esa es la mixtura de temas que la película aborda de manera desquiciada, pero nunca lo hace de forma insustancial. Hay mucha miga dentro de ella. Curiosamente, ningún personaje cae bien, todos están mostrados desde sus lados más miserables o egoístas y paranoicos. Cuesta a veces soportarlos porque no hay conmiseración por parte del director. Sin embargo, la película, en su aridez y en su locura, acaba siendo (su segunda mitad es una contundente demostración de buen y magnético cine) una obra que, pese a sus imperfecciones, es más importante de lo que parece. Quizá es de esas obras que necesita del tiempo para poder colocarla en su verdadero lugar merecido. Creo muy sinceramente que es de esas películas que crecen en posteriores visionados. Una película defectuosa, pero musculosa y potentísima y que tiene en su tono de incómoda y negrísima comicidad una fuerza crítica poderosa, pertinente y valiente.

Posdata: uno de los mejores actores de ahora mismo nos regala otro trabajo espectacular merecedor de premios a tutiplén. “EDDIGTON” tiene dentro a un Joaquin Phoenix en otra cúspide de su estupenda carrera. Eso sí, ni un gramo de compasión o de empatía o de pena hacia su patético personaje.

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