"EL BELLO SERGIO" (Francia, 1958), de Claude Chabrol
- salva-robles
- hace 13 horas
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Le tenía yo muchas ganas a esta película que inició la "nouvelle vague". La había buscado (y no la encontraba) durante años y años y ayer tarde, por casualidad, me la encontré en FILMIN. Y, claro, me puse inmediatamente a verla.
La rodó Chabrol recién salido de la revista Cahiers du Cinéma y con solo 28 años. Es su primera película en una prolífica carrera cinematográfica. Me ha parecido una joya de principio a fin. En ella ya están ciertos temas recurrentes en su cine. Hay cameos impagables (del propio Chabrol o de su amigo Jacques Rivette).
Los personajes se mueven por la pantalla con esa ambigüedad tan chabroliana, mientras viven vidas arrastradas por las circunstancias. Un chico vuelve 10 años después de marcharse de su pueblo natal. Allí se encuentra con su amigo Serge y comienza a darse cuenta de que nada es como él lo recordaba. El paso del tiempo ha hecho estragos en ese pueblo y en su gente. O igual es que él no supo darse cuenta de lo que había entonces. ¿Podrá cambiar algo ayudando a su amigo? La vida es quien tiene las respuestas. Chabrol fue siempre un maestro en eso de mostrar con dos trazos la psicología de sus personajes y aquí ya se percibe esa maestría. Las rutinas en la vida rural, los problemas de cada uno y las tensiones que surgen de esos problemas, las mujeres maltratadas y que viven sus destinos forzosos como amas de casa, son temas que funcionan en la película de una manera terminante y trazan el dibujo de esa metáfora de la cárcel que es el pueblo para todos sus habitantes.
Hay escenas osadas que hoy no se permitirían. Se nota ese encanto supuestamente naif de la nueva ola, aunque debajo hiervan las oscuridades en las almas de los seres humanos que aparecen en la pantalla. Hay también cierta espontaneidad en las interpretaciones de los actores (aquí no hay nada de "método") y se perciben en el joven Chabrol instinto, sagacidad y un talento visual que luego serán marca de la casa. Una película, en definitiva, que subraya ese cine francés que vendría justo después de esta película y que buscaba comprimir al mínimo las manipulaciones artificiales.
Lo dicho: he cumplido, por fin, un sueño: poder verla y disfrutarla como intuía que iba a suceder. Y así sumo una más en ese cómputo de cinefilia que voy construyendo como espectador inquieto y buceador. Poco a poco, tacita a tacita. Qué gustazo toparse y descubrir por primera vez estas joyas del cine.
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