¿De verdad que EL BUEN PATRÓN es esa película alucinante que ha batido el récord de nominaciones en la historia de los Goya? Pues yo, que he podido verla esta tarde, la estoy digiriendo todavía y con una única idea en la cabeza: qué frío me ha dejado.
Sí, no es mala, es incluso notable en algunos aspectos y tiene a un Javier Bardem esplendoroso interpretando a un hijo de puta muy desagradable y que acaba dando mucho miedo. Sí, hay un retrato bastante convincente de esa España provinciana casposa. Sí, te ríes unas cuantas veces porque los diálogos no están mal y logran cierta puntillosidad.
Pero, ¿todo ese cinismo, toda esa mala uva, no nos los han contado ya de la misma manera o incluso mejor gente como Billy Wilder o incluso nuestro Berlanga? He tenido todo el rato la sensación de haberla visto antes. Quizá esperaba, por todo ese tsunami de críticas megahiper positivas, algo grande, una obra maestra. Y no, no lo es, aunque sea una película bastante correcta. Prefiero "LOS LUNES AL SOL" cincuenta millones de veces antes que esta.
Es demasiado larga (dos horas) y tiene muchas escenas que se repiten hasta la saciedad (vale, cada vez aportan un matiz, pero se podría haber hecho de otra manera para que no resultara tan reiterativa y plomiza). Y todo, todo en ella se sabe desde el minuto diez. No hay nada dentro que aporte una novedad sobre lo que describe y critica.
Vale, me quedo con ciertas situaciones absurdas, con las caras de Bardem (en varias escenas no he entendido lo que decía, por cierto) y con el tono general. Sin embargo, no he soportado la horrible banda sonora que llega a molestar en bastantes escenas. No sé, todo lo que veo negativo en ella me ha sacado varías veces de mi concentración habitual cuando veo una peli.
Me quedo también con la coherencia de León de Aranoa, un director solvente, casi siempre inteligentísimo cuando no tira de demagogia, y cuya trayectoria me demuestra a un artista comprometido e incorruptible. Sin embargo, creo que la puesta en escena de "EL BUEN PATRÓN" se agarra demasiado a ese compromiso y acaba esclavizada dentro de sus propias intenciones que, según mi opinión, no se convierten en logros brillantes e imperecederos.
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