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"EL EXTRAÑO VIAJE", de Fernando Fernán-Gómez



(España, 1964)


El cine que cuenta, ese cine que se queda pegado a nosotros para siempre y que nos sirve como referencia en nuestras conversaciones, es aquel que nos remueve o conmueve, el que nos hace más intuitivos y el que nos explicita cómo existimos o cómo somos capaces de sentirnos. Por todo ello, se produce una especie de comunión entre las imágenes que explotan en la pantalla y las sensaciones que saltan en el interior del espectador. Es también la capacidad que tiene el arte de subyugar, pero también de conquistar, el terreno de la inteligencia del ser humano. Un artista de la talla de Fernando Fernán-Gómez comprendió siempre qué es lo que había que hacer para conseguir esa afinidad entre el arte y el público.

Hay en “El extraño viaje”, la caleidoscópica película del genial artista, algo que la convierte en una especie de enciclopedia sobre el ser español, esa insólita idiosincrasia que nos describe y nos hace ser como somos, distintos a otras culturas incluso cercanas a la nuestra. Porque la película no es sino un fiel, rotundo y aséptico retrato de la imperecedera España de siempre, aquella que permanece por debajo incluso de las novedades que sólo sirven para disfrazar la realidad. Los extraños tipos que se describen en esta historia (basada libremente en el oscuro e irresuelto crimen de Mazarrón en aquella España casposa de los años sesenta) no son sino sombríos especímenes de un contexto muy concreto. Forman parte del país que la dictadura franquista no quería reconocer, la sociedad que inevitablemente sobrevive y madura en esa situación tan específica y terriblemente concreta bajo el mando del caudillo. Eso es, sobre todo, “El extraño viaje”: un retablo hiperrrealista pasado por varios filtros que la enriquecen hasta convertirla en lo que hoy día es, una de las mejores películas de la historia cinematográfica de nuestro país.

Para pintar ese retrato, el director nos asombra con un sutil y sainetesco humor grotesco que bebe de las mejores tradiciones literarias españolas: ahí están Cervantes o Quevedo, también el Lazarillo o el esperpento valleinclanesco. El resultado muestra una risible caricatura de los entornos más grises de la vida española y una película que, por ello mismo, no fue aceptada en su tiempo y tuvo que esperar en la trastienda para poder ser expuesta como realmente se merecía. Nació maldita y quizás eso haya sido otra contribución más para otorgarle el prestigio del que hoy día goza. Pero no olvidemos tampoco que dentro de sus tripas hay cine con mayúsculas, una mezcla ingeniosa e inteligente de ingredientes que la hacen distinta, pues todos ellos están aderezados con sabiduría y altas dosis de inspiración.

La aguda trama de la película fusiona el cine de terror y de suspense (con algunas antológicas secuencias que homenajean sin pudor y con mucha gallardía a Hitchcock), el melodrama y la comedia, la neurosis con lo freaki, el neorrealismo con el guiñol. Todo ello para convertirla en una negra historia de la España más profunda, aquella que se ve incapaz de dar una salida feliz a las utopías y ambiciones de los seres humanos corrientes. En este sentido, “El extraño viaje” es la crónica fiel y dura de una estrepitosa frustración: todos los personajes fracasan en sus aspiraciones.

Siempre es un placer ponerse frente a la pantalla para ver gran cine. Los que vean por primera vez esta extravagante película disfrutarán entusiasmados (y a la vez atónitos) por su rara mixtura; y los que la recuperen una vez más, volverán a regocijarse y a descubrir nuevas capas de significación dentro de ella. Esto es lo que ocurre con las películas que nacen abrazadas al sello de la eternidad.

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