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"EMILIA PÉREZ" (Francia, 2024), de Jacques Audiard

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“EMILIA PÉREZ” (Francia, 2024), de Jacques Audiard

 

Me fascinan los artistas libres que se atreven con la locura de hacer lo que les apetece, que van contra la marea de los gustos populares o contra las zonas de confort de sus propias carreras o de los espectadores. Digámoslo entonces sin miramientos y desde el principio: “EMILIA PÉREZ” es una película ilógica, intrépida e inventiva. Y estas tres cosas (que sea absurda, brava y repleta de fantasía) la convierten en una apuesta cinéfila fascinante, diferente y tan autónoma como valiente.

Si leen la sinopsis, flipan. Vamos a flipar: un jefe afamado del cartel contrata a una abogada para que lo ayude a desaparecer del mapa porque quiere cumplir su deseo de operarse para convertirse en mujer. Ea, y el director-guionista se queda tan pancho y dice que esto es factible y va y lo lleva a cabo. ¿Les suena Almodóvar por algún lado? A mí sí, veo a ese Almodóvar contracorriente, que nunca se cortó un pelo en meter en sus películas una realidad (a priori, disparatada) que sólo parece estar en su cabeza, importándole un carajo la verosimilitud porque es la propia vida quien se encarga de ser mágica y furiosamente enloquecida. Como es esta obra del director francés Jacques Audiard: una mixtura de géneros eléctrica y temeraria en su osadía. Porque en esa breve sinopsis que he puesto más arriba caben el melodrama (a lo bruto, porque así es la vida cuando decide dar zarpazos), el musical, el thriller y la transexualidad. ¿Cómo lo ven? Sí, sí, llevan ustedes razón: una locura. Y esta película no se corta ni un pelo en ser eso: una chifladura que, de paso, trata temas muy serios. Así, uno como espectador (ese espectador que soy hoy día, ahora mismo) la ve anonadado, sintiendo que lo ridículo bordea casi por todas las esquinas de una película que, finalmente, sortea esa ridiculez porque su osadía lo convierte todo en resplandeciente. Claro, obvio, por supuesto: muchos saldrán despavoridos, soltando pestes, sintiendo que les están tomando el pelo. Allá ustedes, porque creo que no han querido ver (o igual soy yo el engañado, tampoco lo niego) la ambición de una película que, como cualquier culebrón sudamericano, se agarra al exceso para narrar redenciones que, de puro disparatadas, acaban hablando de la vida y de nosotros intentando naufragar mejor en esas resistencias nuestras.

Sí, es una obra temeraria porque camina siempre sobre los bordes del cataclismo. Decídanse ustedes a ser aventureros también y déjense arrastrar por sus desvergonzados atrevimientos, porque, en el fondo, esto es una película conmovedora que habla de sueños y que reivindica nuestro derecho a convertirnos en quienes queremos ser de verdad. Y nos cuenta esto construyendo un ejercicio de cine palpitante y tembloroso, un cine que bucea en las oscuridades para encontrar reivindicaciones y derechos humanos, un cine que se hace libre en ese camino que emprende desde el arrojo. Sí, esta película es un proyectil que parece que puede estallar en cualquier momento y que reinventa los géneros y saca uno nuevo: el transnarcomusical. Y es, además, una película ambiciosa, por momentos épica pero también muy íntima que necesita lo artificioso y la caricatura para extraer de ambos su coherencia temática y sus significados necesarios. En definitiva, “EMILIA PÉREZ” es una mirada (muy osada) sobre credos y sensibilidades actuales.

POSDATA: obviamente, todo lo anterior necesitaba un grupo de actrices que no tuvieran ningún pudor ni ningún miedo a tirarse a una piscina repleta de pirañas dispuestas a devorarlas. Y nos encontramos unas interpretaciones sutiles y temerarias que merecen aplauso y celebraciones.

POSDATA DOS: de verdad que voy a entender que esta cosa (para mí tan chula) no guste a muchos.

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