AÑO: 2024
PÁGINAS: 144
GÉNERO: nouvelle
Desde que se publicó hace poco, no he leído más que prejuicios y desfachateces sobre esta obra póstuma del premio Nobel colombiano. Muchos de esos prejuicios y de esas desfachateces vienen pronunciadas por personas que NO se han leído la novela. No sé, vale, es igual y hay que aceptar la libertad de expresión, claro que sí. En mi caso, me alegré muchísimo cuando supe que existía una obra desconocida de un escritor con el que he crecido como lector y con el que he disfrutado de grandiosos momentos, tanto es así que, sin duda alguna, es uno de mis preferidos. ¿No es motivo de regocijo y júbilo poder leer algo inédito de un autor al que amas? No me planteo otra cosa que leerla y ver qué me encuentro. No entro en dilemas morales o de otra calaña sobre su publicación, como nunca entré cuando supe, por ejemplo, que toda la obra de Kafka fue publicada sin su consentimiento.
¿Qué me he encontrado en la novela inédita de García Márquez? Pues me he encontrado con unas horas de regocijo lector sin llegar a las altas cotas de lo mejor de su literatura, quizá porque la historia es un boceto (buen boceto, aunque boceto, al fin y al cabo). Pero en esta novelita (el diminutivo se lo pongo por su extensión, conste: de hecho, yo diría que se trata de un cuento de ensanchamiento largo) están en embrión lo mejor de su producción narrativa: un gran y maravilloso personaje central (Ana Magdalena Bach), personajes secundarios extraordinarios creados con dos trazos, una trama curiosísima y abracadabrante, un estilo único e incomparable y una prosa que respira giros y ese ENCANTO inigualable de García Márquez como gran contador de historias. ¿Que se nota que no la terminó? Pues sí, claro, pero eso no importa. Se nota sobre todo en que la primera mitad es suya y puede (yo esto no lo sé) que la otra mitad esté retocada por el editor basándose en lo que dejó escrito el novelista, y digo esto porque hay una gran diferencia entre esas dos mitades. Se nota en que la historia no tiene de primoroso lo que tenían sus grandes obras y en que algunos personajes sólo están bosquejados. Y, sin embargo, creo que es un “final” mejor y más meritorio y estimable que el que fue “MEMORIAS DE MIS PUTAS TRISTES”.
Para mí ha sido como revisitar un templo del que me quedaban hermosos recuerdos y al volverlo a ver me he topado con que mis recuerdos son mejores que la realidad de la siguiente vez, pero que suma y no resta volver al templo. Hay magia en “EN AGOSTO NOS VEMOS”, y esa magia se percibe, sobre todo, en cómo ha hilvanado una atmósfera imaginativa para recrear el mundo interior de una mujer que se sabe en la posteridad de su juventud y que se agarra a un último aliento de placeres vitales. Y hay magia en esa prosa fluida con incontinencia verbal que nos regala momentos (por aquí y por allá, no siempre) refulgentes y con efectos sugerentes y tentadores. En definitiva, en esta novelita/cuento largo está el universo garciamarquiano no en su plenitud, pero nos sirve para recordárnoslo y para zarandearnos con su evocación. Qué maravilla que los hijos del escritor colombiano nos hayan regalado esta posibilidad.
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