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"ESE IMBÉCIL VA A ESCRIBIR UNA NOVELA", de Juan José Millás

  • salva-robles
  • hace 6 horas
  • 5 Min. de lectura

“ESE IMBÉCIL VA A ESCRIBIR UNA NOVELA”, de Juan José Millás

AÑO: 2025

PÁGINAS: 167

GÉNERO: novela

 

Hay autores con un mundo ficcional tan propio y con sus geografías y territorios tan reconocibles que, cuando uno entra en una nueva publicación suya o en un libro suyo que aún no había podido leer, sabe que no va a haber sorpresas o que habrá ese tipo de obsequios con el envoltorio aceptado e identificable marca de la casa. Nos pasa con Vila-Matas, por ejemplo, pero nos pasa igualmente con escritores como García Márquez que tenía, incluso, su propio territorio literario (el Macondo de tantísimas narraciones suyas).

Y es lo que tenemos con Juanjo Millás, que parece escribir la misma novela una y otra vez y esto, que podría ser un escollo y que a muchos lectores les ha llevado a cansarse de él, es también algo que me parece injusto porque al señor Millás, que es un gigante de nuestras letras le pese a quien le pese, hay que leerlo y analizarlo en su conjunto y, por tanto, cada libro suyo no es un libro cerrado o independiente, sino que engarza con su mundo ficcional y lo amplía.

Quizá habría que juzgar su obra cuando sepamos que ya no habrá más por aquello de que la vida es finita para el ser humano, incluso para un dios literario como él. Será entonces cuando sí se pueda valorar con justicia el conjunto de libros que publicó en vida y que se entroncan y ramifican, pero también se organizan y conciertan en una especie de continuum ininterrumpido y constante. Yo esto lo entendí hace muchos años, hace muchos libros suyos, pero lo corroboro aún más con esta última novela suya, donde (y una vez más) hasta el narrador de la misma se vuelve a llamar Millás, en una suerte de desdoblamiento entre autor y personaje de ficción que nos está regalando obras sencillamente poderosas en imaginación, agudeza y sí, también, divertimento absoluto;  novelas que zigzaguean en lo kafkiano y en la metaficción (que no en la autoficción, aunque la parodie), y que nos está obsequiando con el conjunto de una obra de irrefutable personalidad y temperamento únicos. 

Ahora se percibe, claro está, a un Millás más preocupado por las cosas que nos pasan en la tercera edad, no solo físicas, sino y sobre todo, emocionales (recordemos que el autor cumplirá pronto los 80). Así, en esta por ahora última novela suya, nos topamos con la acidez acostumbrada y esa lupa bien colocada que mira con transgresión la realidad del hoy para traducirla, glosarla e ilustrarla con la ironía y su mala baba tan particulares. Millás vuelve a desbrozar el hoy y a nosotros en este ahora para radiografiarnos y darnos de regalo (que son bofetadas directas) verdades incómodas. Que el mundo está hecho una mierda, lo sabemos, pero lo sabemos mirando hacia otro lado y sin pronunciarlo. Y la literatura millasiana, una vez más, pone palabras allí donde los demás nos las negamos. Y lo hace desde esa perplejidad tan suya, esa que coloca los dardos con valentía y una libertad absolutas como creador artístico. Dardos que dan en la diana del ser humano en el que nos hemos convertido en el siglo XXI. Por eso, sus novelas están repletas de personajes obscenos (en esta hay unos cuantos) que son parte de lo que leemos en las noticias o vemos a nuestro lado en nuestras cotidianidades u observamos en las ventanitas de las redes sociales. Y, aunque sean deleznables, están tratados con humanidad porque Millás se ampara en una mirada en la que la perplejidad toma forma de cuerpo ficcionalizado y, por tanto, repleto de incertidumbres. Y el ser humano es eso: ambigüedad y digno de misericordia. Aún nos queda la empatía, la indulgencia y la compasión. O igual ya ni eso, parece que nos gritan las palabras en la novela de Millás, que tira del absurdo y del humor para compensar tanta estulticia humana.

Como en toda su obra, vuelven en esta los temas más comunes de su narrativa: la identidad, el desdoblamiento del yo, la paternidad, las enfermedades psicosomáticas (o esos desequilibrios entre cuerpo y mente), el buceo en lo cotidiano para rescatarle las extrañezas y donde lo asombroso es ese traje que lo reviste todo con insólito surrealismo. Añadamos que, como siempre, sus relatos se abisman y se incluyen a sí mismos en otros relatos. Aquí el detonante es un artículo que le encargan al Millás personaje y desde ahí la novela que leemos es la búsqueda de un tema para ese encargo y mientras sucede la indagación, la novela real titulada “ESE IMBÉCIL VA A ESCRIBIR UNA NOVELA” va construyéndose (et voilà!)  a medida que se lee, mientras (de)construye una estupenda reflexión sobre el oficio de escribir.

Noto cada vez más humor, más sorna, más supuración de bilis en los sucesos y en los personajes, mucho más surrealismo en todo. El lenguaje afilado de Millás bucea en círculos mentales que son un cúmulo de irrealidades, de recuerdos e incógnitas misteriosas sin solucionar, pero que parece que tienen el impulso imperativo de cerrarse. De esta manera, la novela se expande y juega todo el rato con el lector, sí; pero también con ella misma, como una espiral de narraciones que se van uniendo unas a otras para mostrar la otra cara de la realidad, que siempre está cargada de sorpresas y paradojas. Y lo mejor es cómo Millás lo engarza todo. Cada ocurrencia (a cual más esperpéntica) se une a las demás con la precisión de un reloj suizo. Es esa mirada millasiana, que adopta ángulos inusitados, la que aporta a la narración unas posibilidades que terminan siendo siempre (siempre siempre) una investigación (una búsqueda tan hermosa) sobre las posibilidades infinitas del género narrativo al que el escritor ha aportado más que nadie en nuestro país, hasta el punto de haber inventado un subgénero nuevo: el articuento.

Obviamente, y ya termino, si alguien me pregunta si recomiendo esta novela última de Millás, le diría que no si no ha leído nunca antes al autor. Y digo que no porque para apreciarla como merece, el lector debería conocer antes el mundo ficcional millasiano, es decir, leer sus novelas de los noventa por ejemplo y algunos relatos suyos posteriores también. Porque aislada del contexto de la obra total, esta en concreto quedaría relegada y, quizá, no comprendida por sus extrañezas y sus mecanismos internos, que pueden ser mejor apreciados cuando uno ya ha catado el mundo narrativo del escritor. Yo la he leído entusiasmado, riéndome a carcajadas, entregado absolutamente al ensanchamiento del universo narrativo de un Millás asentado en una cúspide en la que se puede permitir lo que le dé la gana. Y ya digo que “ESE IMBÉCIL VA A ESCRIBIR UNA NOVELA” es mejor incluida en el corpus del autor valenciano. Y de lo que no se duda (o no se debería) es de que el señor Juan José Millás es uno de nuestros mejores escritores.

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