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  • salva-robles

"EUPHORIA" (temporada dos)

Actualizado: 19 mar 2022


(temporada 2, 8 episodios)


Es exagerada, busca la contundencia en sus exageraciones sin importarle que esa exageración se le note. Y desde ese lugar de la extremosidad y la hipérbole, llega su magia, su enganche, su filigrana cuasi superlativa. La he visto embelesado, enganchado a unos personajes que, muy en el fondo, me dan igual porque básicamente a mis 52 burgueses años ya me siento bastante harto de adolescencia estupidizada porque, además, mi trabajo consiste en aguantarlos a diario dentro de un aula cada vez más inútil.

Sin embargo, y pese a que digo que no los soporto, los personajes de esta serie están tan bien escritos, tienen tanta imagen metaforizada de una realidad palpable, que acabo mimetizado en sus sinsabores y comprendiéndolos. Es muy difícil para ellos sobrevivir en esta mierda de realidad y la serie logra una radiografía perfecta de sus impotencias, del mundo de ahí fuera en el que caminan tan perdidos y donde los adultos no les sirven ni mucho menos de ejemplo, sino todo lo contrario: los adolescentes buscan una huída de eso que ven y, sobre todo, perciben en unos adultos frustrados y, básicamente, ahogados en el desencanto y la desidia. Qué difícil encontrar tu identidad en mitad de tanta miseria. Y es aquí donde empatizo con esos seres que me importan un bledo.

Hay tres capítulos en esta temporada que son auténticas obras maestras. El del mono de Rue, por ejemplo, es tan brutal y honesto que hiere de manera contundente la sensibilidad del espectador. Y ayuda mucho muchísimo una Zendaya que ha nacido para ser este personaje.

Y luego está el estilo, la forma, el envoltorio de un producto televisivo que es puro cine vanguardista y que no escatima (tampoco) en bucear con constancia en lo escabroso e hiperbólico. Tanto es así, que chocan al principio esos efectos visuales y sonoros (montaje, fotografía, banda sonora) que parecen que encapsulan al producto en su propia idiosincrasia y en la repetición; sin embargo, al final logran ser parte de su magia, parte del maravilloso talento que hay aquí dentro. Es una serie, para bien y para mal, embriagadora, que busca en el vigor su tono y su fuerza. La angustia adolescente ha encontrado su retrato. Metafórico, sí; pero también contundentemente verídico en sus entrañas. Y, al final, esos adolescentes gilipollas, cabreados y perdidos me tocan, a partes iguales, los cataplines y mi sensibilidad. Y me recuerdan a ese jovencito indagador e indignado, también perplejo y confundido, que yo una vez también fui.

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