“FAHRENHEIT 451”, de Ray Bradbury
Año: 1953
Páginas: 174
Género: novela
Es una novela distópica producto de una época (tras la Segunda Guerra Mundial los miedos y terrores a los totalitarismos, con los nazis a la cabeza, provocaron que la literatura se agitara y mostrara ese estado de temor que se instaló en los seres humanos cabales). En este sentido, la obra de Ray Bradbury funciona a la perfección como historia extraña que engancha y como argumento factible que provoca miedo (un miedo coherente, nada utópico, sino todo lo contrario: ya sabemos todos que la realidad supera siempre a la ficción y una realidad espantosa estaba aún muy cerca cuando se escribe la novela). Arquitectónicamente, le veo algunos fallos de cohesión con escenas episódicas no del todo bien engarzadas y con altibajos en una lectura que, no obstante, se hace amena, se lee rápida y tiene momentos álgidos de gran eficacia. Es una novela mejor cuando la piensas.
Los personajes no están bien definidos (algunos de cierta relevancia -como el de la esposa del protagonista- aparecen demasiado desdibujados cuando en realidad yo les percibo muchas posibilidades narrativas y de significados), tengo la sensación (y no lo sé a ciencia cierta, pero no he podido evitar pensarlo) de que la obra no fue suficientemente revisada y corregida y he leído, además, que una gran parte de ella se escribió en muy pocos días.
Pero hay páginas hermosas. De un lirismo sobrecogedor y hasta espeluznante. Tiene instantes memorables y una temática interesante de calado importante. En este sentido, lo mejor es lo que Bradbury plantea y ciertas reflexiones que la novela suscita en el lector. Y me gusta mucho algo de su personaje central y que ya quisiera yo que nos aplicáramos todos en los tiempos que corren: el inconformismo que se transforma en insubordinación y rebeldía.
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