“FIEBRE”, de Matías Candeira
AÑO: 2015
PÁGINAS: 348
GÉNERO: novela
Editorial: Candaya
Si el cineasta David Lynch escribiera una novela, le saldría una como “FIEBRE” o muy parecida. Estamos ante una obra muy cercana a lo onírico que relata, en realidad, algo similar a eso que podríamos llamar “narración del duelo”. Hay páginas dentro de esta extraña y muy personal novela que me recuerdan a Kafka. Pero es, también, una compleja (por profundidad de significados) historia que podríamos inscribirla en una mixtura de géneros (novela negra o fantástica o psicológica o de viajes). Ambición no le falta a este talentoso Matías Candeira.
La prosa que hay entre estas páginas enamora, atrae, aturde y sugestiona como lo hacen algunos grandes poetas. Muy cercana a lo lírico, siempre apegada a la reflexión profunda, y de una sutileza que embriaga, la novela se va apoderando poco a poco del lector, que entra en ella como en una pesadilla. Y, página a página, se zambulle en esa necesidad que tiene el protagonista por literaturizar una realidad esquiva o que no ha sido la que debiera ser y que tiene que inventar para comprender o, al menos, vislumbrar una justificación que, de todas maneras, siempre será insatisfactoria.
La figura del padre (eternamente borrosa) se convierte en el gran tema de la narración. O quizás sea más pertinente señalar el duelo como gran protagonista. El periplo que inicia Caníbal (personaje narrador) no es sino la reconstrucción de una ficción que no ha vivido pero que necesita imaginar. E igualmente, este personaje busca entre sus recuerdos mínimos algo catártico, algo a lo que agarrarse para encontrar la redención.
Es una novela compleja en su intensidad, pero gratificante siempre. Con un estilo narrativo que a mí me reengancha a la narrativa contemporánea (donde el 90% de las novelas dejan bastante que desear no porque no cuenten cosas interesantes, sino porque me las cuentan de manera plana). Sólo un “pero”: la tercera parte de la novela me ha descolocado un poco y, creo, que su final (y aquí soy totalmente parcial y subjetivo) no era merecedor de todo lo anterior, que está a una altura narrativa inmejorable. Ese final lo creo precipitado y, quizá, poco revisado. Pero lo perdono porque todo lo anterior me ha hecho disfrutar de lo lindo. Y hacía tiempo que no subrayaba tanto en un libro.
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