A priori, es una película que yo no habría visto. ¿Cuál es el motivo? Que está basada en un videojuego famosísimo pero que desconozco y que tiene a medio planeta Tierra adolescente entusiasmado. Y, claro, me veía yo muy alejado de todo eso. Pero me ha encantado quitarme mis prejuicios y la he visto gracias a la recomendación de un adolescente que me ha demostrado que sabe lo que le gusta ver y apreciarlo como se merece.
La película tiene todo eso que a mí me hizo cinéfilo de por vida y me ha recordado todas esas visitas que hice al desaparecido cine de mi pueblo al que iba entusiasmado los domingos de cada semana durante toda mi adolescencia. Vi esos años películas que el adulto que soy ahora no vería, es verdad. Pero es incuestionable que cada una de las películas que vi entonces me hicieron crecer y atesorar recuerdos imborrables. ¿Qué cine era el que yo veía en mi adolescencia y que me lo ha recordado “FIVE NIGHTS AT FREDDY`S”? Un cine en el que había misterio, un cine que era el que imaginaba cuando leía las novelas de Stephen King, un cine que me evadía de la realidad y me hacía no pensar en mis problemas adolescentes de mierda y que me entretenía hasta las trancas.
Y eso es esta película: PURO ENTRETENIMIENTO. Ese cine que uno ve sin que apenas te percates de que el tiempo pasa y un cine sin complejos que va a lo que va, es decir, a distraer y divertir. Las carcajadas, en mitad del suspense, están aseguradas: esas carcajadas que te producen los miedos internos (e inevitables) que la película te suscita. Mis viejos miedos que ahora me producen cierto pavor porque el adulto que ahora creo que soy los siente como inocentes e ingenuos (pero ese adulto se engaña, claro, porque esos miedos siguen dentro de mi cabeza).
Me ha hecho feliz recordar a ese adolescente que fui y que sentía en el estómago algo así como mariposas aleteando cada vez que entraba al cine de su pueblo. La magia del cine está dentro de esta película, esa magia antigua que no he olvidado y que permanece en mis recuerdos y que logró que yo siga amando el cine hoy tal y como lo hago: con entusiasmo, calor y arrebato.
Gracias, Darío, por recomendarme esta película. La he visto con mis hijos y he sentido en sus caras, en sus miedos, en sus ojos iluminados o en sus comentarios mientras la veíamos que yo era ellos, que sigo siendo ese niño (con cuerpo de adulto) que aprendió a amar el cine viendo este tipo de películas.
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