AÑO: 2018
PÁGINAS: 491
GÉNERO: novela
Qué inmenso se está haciendo Andrés Neuman libro a libro. Lo mejor de su trayectoria es su terror al encasillamiento y por eso, con cada nueva obra, las sorpresas son mayúsculas. Como en esta.
Es una novela a la que se le notan los años de investigación previos para poder escribirla. Como se aprecia su tacto en el uso de los temas delicados -ciertos horrores del mundo casi o directamente silenciados por las autoridades-, su minuciosidad, su exhaustividad y rigor para contarnos gran parte de una parte de la historia del siglo XX. Es una novela-proyecto que le ha terminado saliendo redonda por varias razones, pero la principal es esa manera prodigiosa de centuplicar el lenguaje que posee la narrativa de Neuman (uno de los talentos de ahora mismo en lengua castellana).
Un narrador omnisciente se intercala con cuatro voces distintas en primera persona (cuatro mujeres que han pasado por la vida de Watanabe, el personaje central de la novela). Esa combinación de voces permite al autor crear e inventar cinco personajes maravillosos, tan dotados de vida como pocas veces ocurre en literatura. Cada narrador tiene su voz, su estilo, su lenguaje. Y la novela se va llenando de gracia, humor, drama, coloquialismo y profundización a partes iguales. Aunque detrás haya una tragedia gigantesca: el horror tantas veces repetido de ciertas desgracias provocadas -directa o indirectamente- por el ser humano. O desgracias que ocurren porque la naturaleza es así y el ser humano queda imposibilitado para comprenderlas, asumirlas y seguir viviendo como si nada hubiera ocurrido. Bombas atómicas, terremotos, tsunamis, atentados, centrales eléctricas contaminando… hechos muy poco vistos en novela, vicisitudes poco tratadas por los escritores y que Neuman utiliza para denunciar (principalmente, sí; pero también para hablar de la belleza que puede haber detrás de las tragedias, de las vidas que se rompen pero siguen adelante, de las fragilidades, de los miedos…y de tantos otros temas más que no quiero mencionar para no saturar ni contar en exceso de una novela que debería ser de obligada lectura para muchos).
Y luego está otro acierto -unido a los múltiples aciertos de esta novela sobresaliente-: el recorrido sentimental y político que la novela hace por Tokio, París, Nueva York, Buenos Aires o Madrid. Ese intercambio o mescolanza de lugares permite profundizar en el gran tema que yo creo que subyace en toda la obra: todo puede ocurrir en cualquier lugar y cómo eso que ocurre es recordado u olvidado según la propia idiosincrasia de cada sociedad.
Yo la he devorado en dos días. Era incapaz de parar la lectura.