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"FÁRMACO", de Almudena Sánchez


Páginas: 181

Publicación: 2021

Género: novela


La tristeza tiene su belleza. Contarla, es de valientes. Escribirla como lo hace Almudena Sánchez, es literatura. Pura y conmovedora literatura, literatura como de colcha de crochet hecha con esmero y a trocitos bien zurcidos. Mientras leía el libro me he acordado de mi madre cuando, en tardes silenciosas, se pasaba las horas con una madeja y una aguja construyendo fragmentos de magia que luego eran una colcha o un cojín, unas puntas para una sábana o un paño para la mesa. Mamá creaba belleza con hilos mientras rumiaba su tristeza callada; Almudena Sánchez ha parido belleza con palabras mientras soportaba una depresión. Es una belleza extraña porque viene de contar el dolor en su más perturbadora oscuridad, ese dolor para el que hay medicamentos con efectos secundarios demoledores, pero no esclarecimiento o explanación o causa que lo justifique con justicia. No hay enfermedad más injusta que la depresión, esa enfermedad que es como un cielo negro repleto de nubes grises que manan lágrimas de desconsuelo o de vacío existencial o “de giro argumental hacia el dolor”, como dice la propia autora con cero grados de indulgencia.

Entras en el libro y caes de lleno en lo poético: la depresión también puede ser género lírico. Con un estilo delicado, fino en encontrar imágenes sorprendentes, la autora nos demuestra (y corrobora lo que ya apuntó en los “IGLÚS”) que en su literatura hay un magma propio que destila creatividad imaginativa, a veces onírica de tan alucinada, a veces tan realista al radiografiar el inconsciente y hacerlo sensato y reflexivo. Almudena Sánchez ubica frases que son retratos de nuestra psique y los convierte en versos o en balas, o en versos que son balas disparadas dando en la diana de nuestras emociones, de nuestras sensibilidades. Aunque siempre lejos de la sensiblería o los sentimentalismos manipulativos o mentirosos. Ella construye belleza, sí; pero también veracidad en plan sincericidio, como en este “FÁRMACO” que tanto la desnuda, que tanto nos desnuda, que tanto dice de esa membrana delicada con la que estamos construidos. Sorprende (y se le agradece tanto) que sea una escritura sin tabúes, sin vetos o prohibiciones prejuiciosas: se tira a la piscina y en lugar de nadar en terreno enfangado, flota en vecindad, en cercanía, en emoción y en franqueza. Y, de paso, nos regala un libro bullicioso, placentero, con una gracia esperpéntica que nace de su finísimo e inteligente humor. Mientras tanto, que nadie lo olvide, nos habla del sufrimiento sin omitir los hermanos adosados a él: la angustia, el desconsuelo, la incertidumbre o el miedo. Una depresión en estado latente y puro.

A través de una serie de escenas que parecen cuadros, de fragmentos como de colmena habitada por un mismo personaje, la voz en primera persona nos va despedazando síntomas, medicación, lecturas, sueños-pesadillas o requiebros del pasado (qué flashbacks tiene esta novela, uf, sobre la infancia, sobre una infancia concreta donde hay colegios y alumnos cabrones, madres y vacaciones en pueblos de la España profunda o cada vez más vacía. “Soy alérgica a mi propia niñez”, dice la protagonista). Ese conjunto suma (y resta y multiplica o divide y parcela) para desvestir un estado que es la propagación de estados en los que se está cuando uno tiene depresión, pero también me da la sensación de que, finalmente, cada página vomitada es una victoria (sufrida y durísima, pero victoria), un triunfo por goleada a esa caída en el hoyo y en el que la palabra, el párrafo, el capítulo y el libro en su conjunto han construido una oda a la supervivencia, tan hermosa como conmovedora y delicada. Y lo ha logrado sin adoctrinamientos, sin lecciones falsas de un maestro o una maestra, sino desde la existencia de “personas que enseñan heridas con atrevimiento” y Almudena Sánchez es, por descontado (gracias, gracias, gracias), una de ellas.

Hay libros hermosos, libros delicados, libros importantes, libros necesarios, libros abracadabrantes, libros bien escritos, libros que retumban y a los que se les oye el eco una vez paridos. FÁRMACOes, desde ya, un libro resonancia cuyo zumbido quedará como murmullo constante en aquellos que leemos con y por amor hacia la magia de la literatura. Y que pondremos en un evocador rincón de nuestra memoria lectora.

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