Es una película valiente y muy arriesgada: habla sobre un tema difícil, casi prohibido y, desde luego, censurado en muchos términos y espacios. El guion está diseñado para ser una especie de fábula sobre la antropofagia (término tabú que se utiliza en la modernidad para no decir “canibalismo”). Este guion y la dirección aciertan en no juzgar jamás a sus personajes y se centra en una historia que abarca varios géneros, el más claro es el de ser una road movie y acierta de lleno, ya que sus dos protagonistas son dos parias, dos seres que deambulan sin rumbo por el mundo porque este no los acepta. Aquí el trabajo de dirección es soberbio, pues no utiliza el efectismo ni busca epatar asombrando con escenas transgresoras (aunque no escatime, a veces, en mostrar lo que sucede y la sangre brote por todos lados). De lo que se trata es de retratar la soledad y lo hace emocionando con escenas íntimas, cargadas de lirismo y una fuerte carga sensorial que se agarra a un trabajo soberbio de fotografía y a unos actores maravillosos para lograr verdad, humanidad a borbotones y una franqueza y naturalidad que empapan al espectador dispuesto a seguir la historia.
El problema está en dos sitios:
· Por un lado, la mixtura de géneros (drama adolescente, historia de amor, road movie, filme de terror, vampirismo) no acaba de alcanzar la excelencia, pues se pierde, muchas veces, y logra ser evasiva, insuficiente y demasiado fría en momentos que necesitaban algo de alma o de brillo en mitad de tanta sordidez. Es decir, no ahonda lo suficiente para conseguir sustancia, algo que no deje la sensación de historia incompleta y, también, algo confusa. Un intento valiente, pero sin osadías es lo que queda finalmente como resultado.
· Por otro, el retrato de los personajes no indaga, no profundiza en sus interiores, no arroja bombas sobre su funcionamiento y psicología. Y, claro, nos deja dibujados unos seres siniestros que nunca avanzan y permanecen estancados en lo que ya nos cuentan la primera vez que aparecen.
Pero la película no es mala, para nada. Es siempre interesante, tiene dentro una historia que maniobra bien cierta intriga y que se engrandece gracias a un grupo de actores magnético y magnífico, a la cabeza una chica, Taylor Russell (desconocida para mí), que es un portento y, sin duda, lo mejor de esta película sugestiva, aunque algo descafeinada. Y Guadagnino se convierte, otra vez (después de su magnética y preciosa “CALL ME BY YOUR NAME”), en uno de los directores que mejor disecciona y comprende la adolescencia.
CALIFICACIÓN: 6´5
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