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“IN THE MOOD FOR LOVE (DESEANDO AMAR)”



(Hong Kong, 2000), de Wong Kar-Wai


En esta magnífica coreografía de gran cine que es “In the mood for love (Deseando amar)”, hay un mecanismo armónico de característicos movimientos variados, una danza que se articula como composición indivisible y unitaria: música, fotografía, vestuario, dirección y guion aparecen como un baile único en esta melancólica y poética película de Wong Kar-Wai, un baile que respira por todos sus poros (y desde el primer fotograma) fragancia de cine clásico combinado con las sobresalientes maneras del cine posmoderno.

Pero vayamos por partes en el análisis de esta danza.

Uno. El guion narra la apesadumbrada experiencia sentimental que les ha tocado sobrellevar a un hombre y a una mujer que se conocen casualmente: ambos toleran (como pueden) esa herida que arrastran por las esquinas (físicas y emocionales) que aparecen en la película. La historia está filmada con el estilo característico y reconocible de Wong Kar-Wai, que es un cineasta introspectivo, hipnótico y descriptivo: un autor que retrata como nadie el alma de sus personajes. La soledad y la melancolía empapan a estos dos seres que mueven sus cuerpos (sin apenas tocarse, sólo se rozan) entre espacios comprimidos: escaleras mal iluminadas, restaurantes repletos de platos o pasillos estrechos en pensiones hongkonesas. En todos estos lugares los personajes esconden sus sentimientos (la película está protagonizada por dos magníficos actores que conectan con la gran tradición cultural china: ambos hacen una interpretación basada en el lenguaje corporal, es decir, en la actitud del personaje y no en la expresión de la cara ni en los diálogos) y el director buscará en los detalles (posturas, movimientos) las pasiones encubiertas.

Dos. La película es una colección de piezas musicales que se reiteran en diversos momentos. La música adquiere, por tanto, el papel de ser un personaje más, un personaje relevante: el de envolver y resguardar a los protagonistas en sus quehaceres habituales. Las melodías se cuelan entre las paredes, por las calles y entre los dos personajes principales. Son las resonancias que ayudan a contar la historia y resuenan en muchas ocasiones como virtuales diálogos que establecen una narración más nítida y llena de vida.

Tres. La lujosa fotografía del filme de Wong Kar-Wai busca la captura de los instantes más íntimos y hasta casi inesperados de la vida cotidiana de los dos protagonistas. Las imágenes nos devuelven la fisicidad de lo retratado. El Hong Kong de los años sesenta del siglo XX que asoma por los fotogramas está filmado tanto a cámara rápida como al ralentí, y las angulaciones inverosímiles y espléndidamente estilizadas nos muestran metáforas introspectivas que denotan las innovadoras formas incitantes y representativas de una narratividad de estilo muy personal y sugerente. Lo nocturno en Wong Kar-Wai (y “Deseando amar” es una película en la que siempre es de noche) será otro espacio simbólicamente cerrado y claustrofóbico, y cobrará enorme preeminencia en las relaciones de los personajes.

Cuatro. El cine de hoy, más que nunca, necesita cambios y renovaciones. En este sentido, el cine que hay dentro de “In the mood for love” transita por territorios innovadores y convierte a Wong Kar-Wai en un director absolutamente personal y que da esperanzas productivas para el futuro.

Si sumamos (Uno + Dos + Tres + Cuatro), el resultado nos da una película de calidad excepcional, un prodigioso poema que se interna en los misterios del amor con la suave cadencia de una danza que se desliza entre los ritmos secretos de las imágenes que nacen de las entrañas del celuloide y que luego se bifurcan hacia las entrañas del espectador. Obra maestra incuestionable.

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