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"INTEMPERIE", de Jesús Carrasco


PÁGINAS: 224

AÑO: 2013

GÉNERO: novela

Yo soy lector para encontrarme obras como ésta de vez en cuando. Me gusta leer porque me permite, cada cierto tiempo, sorprenderme y deleitarme ante monumentos literarios que no sólo van a pasar a la historia (para mí “INTEMPERIE” es ya una novela clásica, que va a ser recordada, analizada y estudiada: lo tengo claro), sino que también me convencen de que el ARTE con mayúsculas es el placer que sostiene al mundo. Sin obras de este tipo, la literatura no tendría el sentido que tiene primordialmente: embellecer la vida y dotarla de significados. Esto es “INTEMPERIE”.

Hay dentro de esta novela una historia que la sufres desde la primera palabra, unos personajes que se te clavan y ya no te abandonan, un mundo mostrado que te hiere el alma, que te deja cicatrices profundas y que te confirma (seas o no creyente) que o no hay Dios o hay un Dios que está muy equivocado. “INTEMPERIE” duele, remueve, acongoja, sacude y abruma porque muestra, por desgracia, quizás el mundo que nos merecemos y que nos hemos buscado.

En ese mundo decadente y desvencijado, un niño (herido e indefenso, y que huye no sabe hacia dónde) y un adulto (de vuelta ya de todo, incluso de cualquier huída) se topan de frente. Tras ese encuentro, comienza la ternura y la humanidad (bien entendida) en estados puros. Curioso pespunteado de la amistad y de las casualidades de la vida en un mundo sucio y demolido. Algo así como cuando ves una flor empecinada en crecer mientras se asoma milagrosamente por una rendija entre el cemento. Y que crece, pese a todo, en mitad de la nada. El milagro de sentirse viviendo una alucinación (aquí, encima, repleta de disgustos).

“INTEMPERIE” no es una novela fácil y al mismo tiempo lo es; te la bebes embriagado de palabras (la minuciosa aclimatación del lenguaje que hace Jesús Carrasco es un prodigio de maquillaje del vocablo, de la palabra exacta y pulcramente seleccionada, de la frase correcta y bien tallada); la respiras abrumado por sus alusiones metafóricas y por el concepto que vas intuyendo detrás de cada situación establecida. En definitiva, nos encontramos ante una terrible (pero no por ello menos asombrosa) parábola sobre la supervivencia y la tenacidad, entre otros muchos posibles significados y otras no menos factibles interpretaciones. Y donde lo que prima es lo implícito por encima de lo explícito (otro más de los grandes hallazgos de esta delicada y elegante obra artística).

Extraordinaria ¡¡¡primera novela!!! de un autor al que, por obligación (que no imposición), habrá que seguirle la pista.

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