PÁGINA A PÁGINA
Año: 2023
Páginas: 186
Género: novela
Con la fuerza torrencial que tienen algunas primeras novelas de algunos autores (a mí, leyendo la de Xenia García, me han venido varios nombres ilustres a la cabeza), esta obra estalla desde su primera página y nos regala una voz narrativa en primera persona que cuenta todo desde las tripas, con una fuerza desgarradora que parece (lo es, sin duda) rabia (incluso algo más que rabia; quizá un desembuche de ira bastante bien controlada, pero no por ello menos explosiva y asombrosa). Esa narradora es una mujer rota, ahogada en dolor y, sin embargo, tiene una fuerza vital que el lector percibe con brío, carácter y mucho atrevimiento: necesita soltar lastre y pasar página (y, antes, comprender lo inconcebible y lo pasmoso), aunque existan vivencias cuyas sombras se tengan que soportar para siempre una vez sucedidas o conocidas. Pero también hay algo de catarsis, de limpieza y purificación en esa voz narrativa. A veces, es necesario contar(nos) la vida para sobrellevarla mejor. No hay que obviar la verdad ni aceptarla tal cual nos llega. Y la protagonista decide confesarse, que es una manera de averiguar si hay respuestas a las preguntas que nos dejan los muertos.
Porque en esta novela hay otro personaje importantísimo que muere en la tercera página y, aunque ya no esté, todo sucede y se siente y se sufre por lo que hizo en vida el muerto. Un monstruo vino a verme, descubre, de pronto, la narradora. Un monstruo al que se ha amado mucho y con el que se comparte un hijo. El Hijo, otro personaje casi ausente y, sin embargo, esencial en la novela. Un monstruo ese muerto al que ya no se le puede reprochar nada diciéndoselo a la cara. Toda la novela se construye en base a lo que no se sabía y, de pronto, se destapa. Y lo interesante de la narración es justo lo que no se le puede reprochar al monstruo: así, el relato se construye sobre un silencio repleto de reclamos. Y una mujer enfrentada, en mitad de todo el estupor, a los miedos. (Y cuidado: esa narradora se convierte en un espejo en el que muy bien podríamos mirarnos los lectores).
Y aquí surge otro importante y espléndido reclamo de la novela: lo psicológico se torna en esencial, en un género narrativo en sí mismo. Todo gira alrededor de bucear (a modo de intrigante y espeluznante thriller) en las conductas y actividades humanas, sin olvidarse nunca la autora de hacer un retrato (sin justificarlo) afectivo, cognitivo y conductual de un hombre revertido en monstruo. En este apartado, la novela se hace enorme, gigante narración inteligente en cuanto que no se zambulle para tomar partido y resulta de lo más ecuánime e imparcial. Es el lector, con sus prejuicios y preocupaciones, quien debe subjetivar lo que lee e inclinarse y calificar (o adjetivar) al ser humano del que se descubren las monstruosidades.
Hay, finalmente, en esta novela algo que la convierte en obra alucinante y fastuosa: su honradez, su integridad y rectitud a la hora de abordar los temas polémicos que atesora entre sus páginas. Porque en ella se habla de pederastia, del suicidio, de la Iglesia como institución que calla tantos casos reconocidos o de la sociedad enferma en la que sobrevivimos. Y los trata con callosidad sin que la dureza sea lo palpable, porque el estilo narrativo de Xenia García se basa en la sutileza, en la astucia lírica (qué modo de construir la sintaxis: siempre un aliento poético detrás, una imagen subyacente y subterránea debajo de las palabras) o en la destreza estructural. Y todo enmarcado por una voz narrativa tan personal como penetrante y repleta de talento. Atentos a lo que venga a partir de ahora de esta escritora: merece recorrido y lectores, porque “KUDRYAVKA (PERRA DE PELO RIZADO) es un noveloncio. Avisados quedan.
Totalmente de acuerdo!!!
Una novela espectacular!!!
Qué manera de escribir, chiquillo!
Qué cosa!!!