AÑO: 1963
PÁGINAS: 383
GÉNERO: novela
Única novela escrita por la poeta Plath y publicada bajo seudónimo allá por 1963, justo después de que la autora se suicidara.
Hoy sabemos cómo fue y acabó la vida de esta escritora, por lo que uno afronta la lectura añadiendo inevitablemente esos datos conocidos y al leer, además, comprueba que vida y obra (en una suerte de autobiografía ficcionalizada) se hermanan en una narración descarnada que se plantea todo el rato qué es lo real y cómo se puede uno enfrentar a lo real. El personaje central, que imaginamos -sin temor a equivocarse o juzgar- un alter ego de Sylvia Plath, está en el mundo sabiendo que el mundo no lo puede ni lo va a comprender.
Impresiona el estilo sutil y plagado de pequeñísimos detalles que a través de un narrador en primera persona atrapa al lector por esa forma ficcional que mira desde fuera enganchando lo más interno. La poesía emana en cada frase, plagada de metáforas y de imágenes que parecen estar escritas con un bisturí (por directas e incisivas a la hora de captar los intestinos del ser humano y del mundo). Hay frases que parecen escritas por una guillotina, tal es su contundencia y tales los estremecimientos que logran. Y nunca pierden su humanidad o, mejor, el intento de atrapar la vida que se escapa sin contemplaciones.
Son tremendas las últimas cien páginas. Son hermosísimas todas las anteriores. Duele leer a ese personaje atrapado en querer morirse para vivir sin que parezca contradictorio. Y uno cierra el libro sin aire, como en un resuello. ¿Por qué? Porque esta autora sabe, mejor que nadie, agarrar y representar el vacío dentro de unas páginas. Uf, uf, uf.
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