"LA CLASE DE GRIEGO", de Han Kang
AÑO: 2011
PÁGINAS: 176
GÉNERO: novela
Me he leído seguidas dos obras de la recientísima premio Nobel y lo primero que percibo es que ambas están separadas por sus intenciones: si en “La vegetariana” la temática busca el choque/sacudida y la dureza narrativa, en “La clase de griego”, Kang pone una mirada más tierna y suave o moderada. Pero, y pese a esto, está claro que la escritora conserva su estilo en ambas y la profundidad de significados logran hermanar esas intenciones (en principio) diferentes. Detrás de ambas maneras, sigue estando esa Kang preocupada por el ser humano, aunque lo hace desde puntos de vista equidistantes (o a lo mejor no tanto).
En “La clase de griego” tenemos a dos protagonistas inmensos: uno ha perdido la palabra y está incapacitado para hablar, y el otro está perdiendo la visión paulatinamente y se quedará ciego en un futuro inmediato. De esta manera, ambos quedan unidos por una desgracia física que, igual que en “La vegetariana”, irá cobrando significado simbólico a medida que el lector pasa las páginas. La novela cuenta las vidas en presente de esos seres heridos y recurre con frecuencia al pasado para que los conozcamos mejor. Esta estructura narrativa, de una belleza arquitectónica sobresaliente (en la que acaba estallando la magia pues los temas -la amistad, la vida y la muerte y el paso del tiempo, principalmente- ahondan poco a poco en reflexiones que no lo son de manera directa), dota a la novela de una profundidad que se refleja a través de una prosa limpia, diáfana y tan lírica como envolvente. El lector que yo he sido se ha emocionado varias veces y ha cerrado el libro con lágrimas en los ojos. Hay en esta segunda lectura que hago de Kang mucha más inspiración lírica, que se intensifica en esa relación que la escritora establece entre la prosa y el cuerpo físico de los personajes. El dolor de las criaturas se nos muestra con una técnica contemplativa, donde sutileza y brillo prosaico comedido se dan la mano. Así, la obra relata un in crescendo exaltado/sensitivo que va empapándolo todo. Se percibe compasión hacia sus criaturas por parte de Kang que, definitivamente, quiere hablarnos de la necesidad de la empatía y de mostrarnos tolerantes, amistosos y fraternales para con el otro como motor, vínculo y respiración en un mundo tan necesitado de colaboración y comprensión hacia los demás. Cómo no emocionarse con esto, cómo no conectar con una autora que nos habla sin tapujos de este hoy en el que nos ahogamos y, además, permitimos que suceda ese ahogamiento callados y sumisos. Su novela es un grito susurrado (pero intenso y penetrante en intenciones), una llamada de atención en la que nunca aparece la oratoria demagógica o el panfleto. Kang es una artista de la palabra sensible, muy sensible, y en “La clase de griego” estalla la delicadeza y la elegancia gramatical por todas sus esquinas. Y se percibe mucho más en cómo radiografía el mundo interior de sus criaturas de ficción (que muy bien podríamos ser tú o yo o ya lo somos, sin duda alguna).
La palabra “fragilidad” me estalló al acabar de leer la novela. Nuestra voz y nuestra vista son víctimas de la era audiovisual. Nuestros sentidos están siendo atacados por las nuevas tecnologías y el mundo se ha vuelto frágil y solitario. Y Kang lo advierte en su obra sin nombrarlo en ningún momento, pues, de nuevo, su prosa se disfraza de alegoría, de símbolo emblemático. Ella no dice; ella muestra y sugiere o insinúa. Y esta es la grandeza de una autora que se expresa para concienciarnos y sensibilizarnos. Y, otra vez, tal y como percibí en “La vegetariana”, no se buscan respuestas, sólo un modo de constatar una verdad que negamos porque no queremos verla o porque nos la tapa la realidad cotidiana.
POSDATA: la parte final de la novela (todo lo que narra la escena en el apartamento de uno de los protagonistas) es lo más bello y conmovedor que yo me he encontrado en un libro desde hace mucho tiempo.
¿Qué es eso de "me he leído". BaStaría con decir: He leído. ¿O no?
Qué reseña más buena, Salva!
Y qué maravilla de novela!
Gracias por tu recomendación. Cosas así no hay que perdérselo.