AÑO: 2014
PÁGINAS: 291
GÉNERO: novela
Entro en la novela con muchos prejuicios (a mí eso de que ponga en la portada “best seller” me produce urticaria y mucho recelo o resquemor) y en las primeras veinte páginas empiezo a sentir que aquello era lo que me temía. Decido seguir leyendo un poco más porque dos amigos (buenos lectores) me han hablado muy bien de la autora.
Nada, mis desconfianzas se fueron de pronto en cuanto entendí que el estilo sencillo, de frases y secuencias cortas y directas, como al grano de los hechos que van sucediendo, tenían un trasfondo, unas intenciones estilísticas y, también, atmosféricas y psicológicas. Me enganché en la página 30 y comencé a disfrutar la lectura. Además, esto es una novela de una escritora que proviene de Islandia y se nota en los conceptos novelísticos y en el tratado de las situaciones y los personajes, que son extrañamente anómalos, paradójicos: con pocas palabras, logra una permeabilidad ambiental que explica honduras que desnudan muy bien los comportamientos humanos. Y detrás de todo, hay un humor como soterrado y muy sutil que parece que deja respirar al drama que se está narrando.
El desastre que vive (y tiene que aprender a atravesar) la protagonista (esto hace que la novela tome un único punto de vista: el del abandonado) es descrito desde lo cotidiano: el día a día se relata sin lecciones morales, todo ocurre sin juicios y es el lector, si lo desea, quien debe posicionarse o juzgar. El lector que yo soy ha preferido no hacerlo y creo que eso me ha creado el distanciamiento suficiente para ver las situaciones desde la objetividad más pura, aunque he echado de menos ver la posición del otro, del personaje que abandona (pero es verdad que eso daría quizá para otra novela y con otras intenciones, porque aquí está claro que la autora se inclina por una perspectiva filosófica y social que postula el feminismo. Y me parece genial esto porque lo defiende desde la inteligencia y no desde una postura panfletaria.
Lo mejor de la novela es cómo la autora esquiva el folletín; de hecho, creo que lo parodia conscientemente y esto aporta aún más ironía y humor a la trama dramática que está contando. No haré spoiler, pero si me pusiera a resumir qué sucede dentro de la historia, más de uno y de una pondría el grito en el cielo, porque algunos la tildarían de culebrón (nórdico, pero culebrón en toda regla). No es así, aquí dentro respira la inteligencia en cada página, cuyos párrafos, además, se llenan en abundancia de situaciones que dotan de un ritmo endiablado a todo lo que sucede: un torrente de cadenas sucesivas de circunstancias y contextos que acaban siendo un retrato inequívoco de nuestro estar (y de nuestro sentir) en el mundo. ¿Cuántas cosas nos suceden, por pequeñas que sean, cada día?
Merecen una apreciación aparte la galería de personajes que pululan alrededor de la protagonista y el propio personaje principal. La vecina escritora-piscóloga-enana y consejera matrimonial- se lleva la palma: en ella se parodia también a toda esa caterva de novelas policiacas nórdicas que nos han invadido en las dos décadas últimas. Todos los personajes huyen de lo plano, del cliché. Están descritos de manera sencilla y casi etérea, pero los matices florecen por todas las esquinas de sus comportamientos o de las palabras que dicen.
Los capítulos, cortos (a veces media página sólo), se suceden al mismo tiempo que se suman las situaciones impredecibles, cambiantes o fortuitas. El lector se ve atrapado en la necesidad de seguir conociendo casi al mismo tiempo que los capítulos se acaban y la trama continúa sumando circunstancias.
Que esta literatura llana y, aparentemente, humilde o sencilla no eche para atrás a nadie: dentro de esta novela hay mucha más verdad y exactitud en el retrato del hoy (más bien, del cómo somos hoy los seres humanos) que en cientos de tratados de psicología. Y tiene el gusto de retratar con pulcra limpieza y precisión eso que es siempre la existencia: caos y azar, eventualidad e incidente continuos.