Ahora que el director y una de sus actrices vuelven a estar de moda gracias a una muy buena película (“POBRES CRIATURAS”, 2023), he vuelto a ver con mi pareja, que no la había visto, su anterior filme que a mí me parece otra maravilla. Esto fue lo que escribí cuando la vi por primera vez y no cambio ni una coma de lo que dije entonces (hace cinco años):
Soberbio drama repleto de opacidades y turbiedad. Este director griego sabe (como nadie hoy en el cine) provocarte la carcajada y dejarte helado en una misma escena y así varias veces durante todo el metraje, que se sigue con pasión, deslumbramiento y altas dosis de voyerismo ante la satisfacción de ir descubriendo cómo se las ingenian esas tres mujeres para destruir y construir una y otra vez sus vidas.
Tres magníficos personajes -interpretados por tres sublimes actrices que deberían llevarse todos (absolutamente todos) los premios habidos y por haber- para una película que despunta por su inteligencia, una puesta en escena valiente y muy aguda y un planteamiento visceral en el que el humor (seco, esperpéntico y en tono de farsa) se erige en otro de los protagonistas de una película que aúna valores tradicionales (para dinamitarlos) con una puesta en escena vanguardista, aunque esto último sólo lo parezca porque todo es muy sutil dentro de ella.
Uno la contempla y parece que todo se cuenta con ligereza. Mentira: esa ligereza es parte de su deliciosa trampa estilística. Pero la vas pensando mientras la ves y quedas atrapado en su fuerza descomunal para desnudar el alma de esas mujeres atrapadas en sus interioridades y en sus deseos. El retrato femenino que hay dentro es portentoso, descrito con ingenio, mucha chispa y un tono delirante y hasta punzante.
Película descomunal.
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