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"LA FORTUNA", de Alejandro Amenábar




(miniserie, 6 episodios)

Era una serie esperadísima. Se hablaba de proyecto ambicioso y de factura internacional. Había dinero (mucho) invertido de por medio. Y lo mejor: un director solvente, serio, detrás del proyecto dirigiéndolo que previamente se había encargado incluso de escribir los guiones junto a otro Alejandro (de apellido Hernández).

El resultado: una cagada monumental, una serie tan inane como pobre en logros artísticos. El adjetivo que creo que mejor la define es: “CUTRE”. Es una serie de acabado muy pobre, con escenas (muchas) que sonrojan, con diálogos (muchos) bochornosos que producen rubor. Tiene una escritura tan plana, tan repleta de clichés que el espectador se la sabe de memoria desde el minuto uno, conozca o no la novela gráfica en la que se basa. No hay profundidad en nada de lo que toca como temas, no hay un trazado decente en ninguno de los personajes, el ritmo es siempre soporífero y llega a ser aburrida (aunque persiga el entretenimiento) y nada encantadora. Yo de Amenábar espero siempre algo más que esto que me he encontrado.

Es constantemente “un quiero y no puedo”, aunque lo que parece es un “no me da la gana buscar algo más u otra cosa”. Es como una apuesta artística fría, sin alma. Y lo es porque aquí se han olvidado de dotarla de energía y, sobre todo, de atrevimiento, de contarnos lo de siempre de otra manera. No hay estilo, sino amaneramiento y, en este sentido, una fotocopia de lo peor que suele llegarnos del cine palomitero hollywoodiense: trucos y más trucos que no son sino engañifas hacia un espectador tratado como imbécil, supuesta trama con suspense (a la que se le añaden tres o cuatro finales distintos y todos a cual más idiota y que alargan la función hasta la desesperación) y una serie de escenas (supuestamente) emocionantes o emotivas y hasta que persiguen la comicidad, pero que cuando las ves no sabes si reírte (por insolventes) o llorar; en cualquier caso, te sonrojas por lo turbador e inepto que son los resultados finales.

No llego a entender lo que Amenábar ha pretendido hacer. Si quería un homenaje a Tintín, flaco favor nos hace a los espectadores que amamos las aventuras del chaval rubio de flequillo tieso. Si quería una historia política, se ha quedado en caricatura. Y luego está el dinero invertido en ella: lo que uno ve es algo que parece que se ha hecho con dos duros, una serie barata si no fuera porque se han contratado a actores diversos y potentes (los españoles hasta saben inglés, olé ahí la multiculturalidad) y se han buscado localizaciones variadas. Pues no, no hay nada que merezca la pena dentro de ella. Esto es un resbalón de los de a ver cómo me levanto. Y Amenábar ha bajado muchos escalones en el altar en el que yo lo tenía por películas siempre emocionantes y bien dirigidas, más allá de que no me acabaran de gustar del todo, pero tenían algo (excepto la soporífera e idiota “REGRESIÓN”, que menudo truño era).

“LA FORTUNA”, además de un fiasco gigantesco, es una obra a la que le falta pasión, el ímpetu o el entusiasmo de un cineasta comprometido con lo que pretende contarnos. En fin, ya está. Ya la he visto y me he desquitado por las casi seis horas que le ha robado a mi vida cinéfila. Hasta pronto, Amenábar oscurecido. No sé si volveré a confiar en tus propuestas.

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