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"LA HIJA OSCURA" (EE.UU., 2021), de Maggie Gyllenhaal


No parece una opera prima, pero lo es. Y no lo parece por la inteligencia que hay en la mirada de su directora sobre una historia repleta de capas, de sinuosidades, de recovecos…que tienen que ver con aquello intangible que es la relación de causa-efecto en las decisiones que tomamos en nuestras vidas. La cámara de Gyllenhaal sabe entrar en la psique de su protagonista, un personaje tan rico como ambiguo y poliédrico, y logra una penetrabilidad plagada de subtextos que enriquecen a una película que tiene su mayor baza en un uso muy ambicioso del lenguaje cinematográfico.

El guion (rico, sutil y profundo) se atreve con lo que muy pocas películas han hecho: habla de una maternidad imperfecta, muy alejada de las conciliaciones o concordancias tradicionales. Y, al mismo tiempo, nos regala una radiografía femenina pertinente y sabrosa que pone mirada profunda sobre las complejidades humanas y sus ambivalencias, sobre las oscilaciones y los desequilibrios que terminan ahogando a una mujer por no acoplarse a lo que se le pide como madre.

La película es un melodrama turbador, que inquieta y desconcierta como si fuera un thriller. Maneja los tiempos con astucia, los saltos constantes entre el presente y el pasado alcanzan mucha tenebrosidad y consiguen que el espectador permanezca inquieto y expectante ante lo que ve, percibe o intuye. Al final, todo resulta punzante y demoledor y produce un desasosiego que pocas películas alcanzan.

Pero esta película tiene otra brillante y estratosférica cosa dentro sin la cual no sería posible todo lo anterior. Aunque el elenco entero está potente y maravilloso, hay una actriz que ha sabido leer con alucinante finura y delicadeza lo que el guion le ofrece y su directora le demanda y exige. Olivia Colman nos hace un pasmoso, extraordinario y potentísimo regalo: una interpretación imperecedera, de las que se van a recordar ya siempre. Ella, por sí sola, sostiene toda la película (incluso cuando no está en la pantalla), se convierte en codirectora para dotar de aún más talento a una película que ya lo tiene a borbotones. Su presencia, sus miradas, sus silencios, sus declamaciones y hasta sus mínimos gestos conectan con lo más profundo del espectador, que asiste entregado (es mi caso) a una demostración de sutilezas y profundidades varias que se adhieren directamente a su psique y a sus propias vivencias.

“LA HIJA OSCURA” es de esas películas que acaban siendo mejor que ponerse delante de un psicólogo en un gabinete. Y nos regala, además, dos horas de embelesamiento gozoso.

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